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Es un papel encantador el de Francisco I. Pero la señora de Ramírez, ¡cómo había tenido el valor de ir vestida con los colores del partido que fusiló a su esposo!, es verdad que se casa con un coronel del partido contrario, que firmó como auditor en el proceso del señor Ramírez. Es muy buen mozo el coronel, es muy buen mozo.

Confortado un tanto el ánimo con esto; asegurado del Embajador, que quiso repasar y añadir de su mano alguna frase en la minuta, firmó á 9 de agosto de 1608 nueva carta al Duque: «Apiádese V. E., yo le suplico muy humildemente, de y de los míos, que si idolatré no lo hice sino necesitado y importunado grandemente deste Rey, engañado él de mi poco valor y de su mucha piedad.

8 Ahora, oh rey, confirma el edicto, y firma la escritura, para que no se pueda mudar, conforme a la ley de Media y de Persia, que no se quebranta. 9 Por esta causa el rey Darío firmó la escritura y el edicto.

Bartolo es un infeliz, incapaz de hacer daño á nadie. ¡Bartolo es un burro! profirió el mozo volviendo á encresparse. Y más cobarde que una liebre. Entre todos los mozos de Entralgo no hay ningún zampatortas más que él. Por eso es el único que chilla. Siempre relatando hazañas y en cuanto tocan á repartir leña ya se está escondiendo... ¿Cómo escondiendo? exclamó Martinán. Estás equivocado, Firmo.

El rey firmó al mismo tiempo su contrato y su cesantía, y el duque se encontró casado y destituido el mismo día. El nuevo poder le hubiera acogido de muy buena gana entre la multitud de los tránsfugas; incluso se llegó a decir que el ministerio Casimiro Périer le había hecho algunas proposiciones. El duque rechazó todos los empleos, primero por orgullo, pero también por una invencible pereza.

Estas señoras son muy amables dijo la abuela en cuanto se marcharon, pero es lástima que tengan ideas falsas... ¡Qué mal se razona ahora!... En mi tiempo no era así. En tu tiempo, abuela repliqué apoyando dulcemente la cabeza en su hombro, todo el mundo era perfecto. Aduladora respondió la abuela dándome un beso. Bien sabes que haces de todo lo que quieres... Y se firmó la paz con otro beso.

Nunca supe yo que Bartolo se haya escondido. Los paisanos prorrumpieron en grandes carcajadas. ¡Siempre, siempre! dijo Firmo con ímpetu. En la romería del Obellayo se acurrucó en una mata de zarza y allí se estuvo mientras hubo palos. Ayer noche, al comenzar la gresca, buscó la puerta de su casa y se trancó.

Ya sabe usted que yo deseo servirle, pero como no soy el dueño... ¿A ver el frac? Respiró el joven, sonriose el corredor; tomó el atribulado cinco pesos, dio de ellos uno y firmó diez y seis, contento con el buen negocio que había hecho. Dentro de tres días vuelvo por ello. Adiós. Hasta pasado mañana. Hasta el año que viene. Y fuese cantando el especulador.

Teresa se volvió hacia , y con tono entre suplicante y malicioso me dijo: Rodolfo: ¡enamórela usted! Castro Pérez llegó un poco antes de las cinco. Entró silencioso, dejó en su mesa el sombrero y el bastón, y luego, paso a paso, se dirigió a la mía: ¿Acabó usted la copia? Aquí está. Leyó el alegato, firmó, y volvió a su pieza. Yo le seguí. Deseo hablar con usted dos palabritas.

Allí, en el campo, en una casa abandonada, Aguirre escribió un memorial a Felipe II, justificándose de sus desmanes, y para dar más fuerza a su documento, lo firmó de esta manera audaz, cínica y absurda: Lope de Aguirre, el traidor. Las tropas del rey, unidas con algunos desertores de Aguirre, fueron acorralando al capitán vasco como a una bestia feroz, para darle muerte.