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Actualizado: 2 de julio de 2025
Después desta desgracia, habiendo estado Su Excelencia dos días en el fuerte y dado orden de lo que se había de hacer, fué muy apretado é importunado del Consejo, que continuamente le protestaba que se fuese á Sicilia á proveer lo que era necesario en tal coyuntura.
Después de una luna de miel que debía ser eterna y que ya se había ido a reunirse con las lunas pasadas, el conde, cansado de aquella gran pasión, importunado por aquel amor de que él no participaba e irritado por las dificultades crecientes de aquella situación imposible que él mismo se había creado, agradeció a su madre que le sacase de ella bruscamente por un acto de rigor en el que él no tenía que hacer más que lavarse las manos, y había saludado como un verdadero alivio la libertad reconquistada en el momento preciso en que se dibujaba en su horizonte de desocupado una nueva aventura llena de atractivos.
Ella, entre interrotos sollozos y mal formados suspiros, dijo: «No es otra mi desgracia, ni mi infortunio es otro sino que yo rogué a mi hermano que me vistiese en hábitos de hombre con uno de sus vestidos y que me sacase una noche a ver todo el pueblo, cuando nuestro padre durmiese; él, importunado de mis ruegos, condecendió con mi deseo, y, poniéndome este vestido y él vestiéndose de otro mío, que le está como nacido, porque él no tiene pelo de barba y no parece sino una doncella hermosísima, esta noche, debe de haber una hora, poco más o menos, nos salimos de casa; y, guiados de nuestro mozo y desbaratado discurso, hemos rodeado todo el pueblo, y cuando queríamos volver a casa, vimos venir un gran tropel de gente, y mi hermano me dijo: ''Hermana, ésta debe de ser la ronda: aligera los pies y pon alas en ellos, y vente tras mí corriendo, porque no nos conozcan, que nos será mal contado''. Y, diciendo esto, volvió las espaldas y comenzó, no digo a correr, sino a volar; yo, a menos de seis pasos, caí, con el sobresalto, y entonces llegó el ministro de la justicia que me trujo ante vuestras mercedes, adonde, por mala y antojadiza, me veo avergonzada ante tanta gente.»
Confortado un tanto el ánimo con esto; asegurado del Embajador, que quiso repasar y añadir de su mano alguna frase en la minuta, firmó á 9 de agosto de 1608 nueva carta al Duque: «Apiádese V. E., yo le suplico muy humildemente, de mí y de los míos, que si idolatré no lo hice sino necesitado y importunado grandemente deste Rey, engañado él de mi poco valor y de su mucha piedad.
Guardábala su tío con mucho recato y con mucho encerramiento; pero, con todo esto, la fama de su mucha hermosura se estendió de manera que, así por ella como por sus muchas riquezas, no solamente de los de nuestro pueblo, sino de los de muchas leguas a la redonda, y de los mejores dellos, era rogado, solicitado e importunado su tío se la diese por mujer.
Hay un medio, señora, de que ese sacrificio no caiga sobre vos. ¡El medio de vivir como dos amigos, como dos hermanos! Si no sois más que mi amiga ó mi hermana, podíais ver mañana á un hombre... amarle... ¡No he amado cuando era libre!... ¡y me han importunado!
Más adelante se le ocurrió degradarla de otra manera. Josefina comía a la mesa con los señores. El alto y poderoso maestrante no había consentido en ello al principio: importunado por su esposa, cedió al fin, no sin repugnancia. Concha, penetrada de la ojeriza de su señora, comenzó a intrigar para privar de este honor a la recogida.
Palabra del Dia
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