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Actualizado: 3 de septiembre de 2025
Convino conmigo en que sin dejar de ser montañés todo el conjunto del paisaje, tenía impreso ya en sus líneas y en sus tonos el influjo de sus vecindades castellanas, y continuamos bajando.
Ofrece en su ornamentacion la del muro de poniente, frontera al palacio obispal y última en el referido muro bajando de norte á mediodia, una preciosa combinacion de los dos estilos morisco y gótico florido. La archivolta del arco de herradura está adornada de arquitos de tracería trebolada que forman en la caidas graciosas flores de lis.
El presidente hizo una mueca, y dijo a su colega de la izquierda, bajando la voz: ¡Nos está haciendo perder el tiempo! Dirigiéndose a Karaulova, preguntó: ¿Ha comprendido usted? Según sus documentos, es usted cristiana. Y, sin embargo, no lo soy. Ya ve usted, señor fiscal, no quiere comprender. El incidente comenzaba a enojarle.
Se suben primero como tres leguas por los collados hasta el alto de Cololo, en seguida se anda una legua bajando la cuesta por un camino nuevo; despues legua y media de collados practicando al fin una breve ascension hasta Calantica; hay que bajar por último dos leguas y media hasta la Garita, de donde solo falta una legua para llegar á Pelechuco.
Sorprendida por aquel doble ademán, la doncella vaciló; pero, en seguida, bajando los ojos, tendió al pasar su temblorosa mano hacia la mano de Ramiro. Los dos mancebos se miraron un instante de un modo terrible.
D.ª Rafaela lo advirtió bien, y adoptando un semblante enteramente picaresco, le dijo bajando aún más la voz: Ya sé, ya sé, querida, que usted y él... ¡vamos!... Apriete, hijita, apriete, y que no se escape, que bien merece la pena... Al que no puedo ver ni en pintura es a aquel otro que se come los periódicos, aquel de las barbas y las gafas... ¡Ah, sí, Moreno!...
Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas, ¿entiendes?... Es la mejor vaca que tengo añadió por lo bajo, dirigiéndose a su compañero. Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acercó solícito, paternal, a la Parda y comenzó a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la cabeza, para mirarle las patas.
Desde una a otra barandilla había una altura de doce pies. Si atábamos la cuerda en la galería alta, podríamos bajar a la otra. Pero ¿cómo desatarla después para seguir bajando hasta el mar? La cuerda en dos dobles no bastaba. Queríamos entrar en el agua sin ruido que pudiera llamar la atención del centinela.
Acudió Manuel; el cura cerró la puerta y comenzó a recriminarle durísimamente; Manuel, bajando la cabeza, se disculpó torpemente; mas el cura, en vez de suavizarse con esta actitud humilde, siguió alzando el gallo cada vez más, y concluyó por pasar a vías de hecho, dándole una tremenda bofetada, que resonó en toda la casa.
Pensé que nunca ya, ¡nunca ya! la volvería a oír. ¿Quieres ser mi esposa? añadió bajando la voz, inclinándose para acercar la boca al rostro de la dama. Déjame un sitio a tu lado, hermosa... Déjame ser una noche feliz... No, Álvaro, ahora no volvió a murmurar la esposa infiel. Mañana... Déjame, estoy muy cansada... Déjame hasta mañana... No te molestaré.
Palabra del Dia
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