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Actualizado: 3 de julio de 2025


No se enamoran para casarse los hombres como Pepe Guzmán; y te añado que aun cuando éste quisiera ser contigo una excepción de la regla, no deberías consentirlo. » ¿Por qué? exclamé sin poderme contener. » Por... varias razones respondió mi madre muy serena y bajando más la voz . Y vamos a tratar este punto con toda franqueza, porque en él se encierra toda la cuestión.

En estas dudas y vacilaciones se hallaba, cuando, bajando por la calle de Serrano, al levantar los ojos casualmente hacia arriba, acertó a ver en un mirador bastante alto a su enemigo. Cruzóle entonces por la mente la idea de averiguar su nombre y escribirle.

Este zagal no parecía tener otra ocupación que vagar por los caminos para saludarle y metérsele por los ojos con blanda dulzura. Miró á su hija, que enrojecía bajando los ojos. ¡A casa, á casa! ¡Yo t'arreglaré!.

Dentro de pocos días estarás sano... Yo te quiero mucho más que antes porque al verte caer comprendí de una vez hasta dónde habías entrado en mi corazón... Y mi hermano añadió bajando los ojos y ruborizándose quiere adelantar la fecha de nuestro matrimonio. Los ojos de Tristán brillaron con alegría. ¿Cómo...? ¿Es de veras? Eso me ha dicho ayer respondió Clara dulcemente.

Si pudiesen existir guerras bajo nuestro gobierno, éstas se desarrollarían en las profundidades submarinas, y para tales combates nuestros buques cuentan con un aparato poderoso, un cable metálico en forma de lazo, que se mueve á través de las aguas con la agilidad de una serpiente, subiendo, bajando, retorciéndose, hasta que envuelve al barco enemigo en sus anillos y lo inmoviliza, arrastrándolo prisionero.

Yo soy una pobre aldeana y usted un señorito... Bien sabe que yo no le escuché al principio; pero usted siguió tan humildito y tan bueno que necesitaba ser de piedra para no quererle... cuanto más añadió bajando la voz que usted siempre me gustó mucho. No creas que me voy para siempre: el año que viene, Dios mediante, he de volver. Una voz que sonó arriba los dejó helados de espanto.

En las butacas á donde parece que temen bajar las señoras tan no se ve á ninguna reina un murmullo de voces, de risas reprimidas, entre nubes de humo... Discuten el mérito de las artistas, hablan de escándalos, si S. E. ha reñido con los frailes, si la presencia del General en semejante espectáculo es una provocacion ó sencillamente una curiosidad; otros no piensan en estas cosas, sino en cautivar las miradas de las señoras adoptando posturas más ó menos interesantes, más ó menos estatuarias, haciendo jugar los anillos de brillantes, sobre todo cuando se creen observados por insistentes gemelos; otros dirigen respetuosos saludos á tal señora ó señorita bajando la cabeza con mucha gravedad, mientras le susurran al vecino: ¡Qué ridícula es! ¡qué cargante!

Todo esto y mucho más lo discurría el Vizconde, sin sosiego, casi temblando de emoción, tomando a escape el sombrero, bajando precipitadamente las escaleras y entrando en el primer fiacre que vio pasar para que le llevase a todo correr, y mucho antes de la hora convenida, en casa de la Sra. de Figueredo.

Excelente asintió Nepomuceno, limpiándose los labios con la servilleta y bajando la cabeza. Cuenta conmigo y con la señorita Marta, con Marta Körner, la del ingeniero, ya sabes, mi amiguita, que irá conmigo. El tío me acompañará, ¿verdad? Y acaso el primo Sebastián, que vendrá a las ferias.

Todo lo demas, que está de la banda del sur y del oeste, en marea llena, parece un golfo todo lleno de agua; pero en bajamar queda todo en seco: y así, habiendo navegado cosa de tres leguas hasta medio dia, y bajando á este tiempo la marea, se quedaron en seco.

Palabra del Dia

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