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Actualizado: 13 de junio de 2025


Y como hablaba con un amigo del amo, no quiso ocultarle las astucias de que se valían en las viñas para acelerar el trabajo y sacarle al jornal todo su jugo. Se buscaba a los braceros más fuertes y rápidos en la faena y se les prometía un real de aumento poniéndolos a la cabeza de la fila. Este era el que se llamaba hombre de mano.

Emilita, confusa y avergonzada, con las mejillas convertidas en dos brasas, se acercó vacilante al heroico capitán de Pontevedra, fértil en toda clase de astucias, y le rozó con el carmín de los labios la tierra amarillenta de sus mejillas.

Las aventuras novelescas, que, en esta ciudad de las serenatas, estaban á la orden del día; la extraña mezcla de civilización, casi refinada, y de ferocidad, casi propia de la Edad Media; las escenas galantes del Prado; las citas nocturnas y amorosas en las rejas; los sangrientos desafíos de los caballeros; el fogoso amor, así como la afición á las intrigas y las astucias, de los amantes; la alegría y la ligereza; la iniciativa de los caballeros en sus empresas, no espantándoles ningún peligro; la ternura y la abnegación de las damas, y también su espíritu vengativo y su facilidad en ofenderse por motivos livianos: todo esto, repetimos, se encuentra en esas comedias, con tanta verdad, que quizá no haya otro documento más fiel para estudiar y conocer las costumbres de los antiguos españoles.

Nada se atrevió a preguntarle; pero al día siguiente, que era domingo, esperó muy de mañana a la criada vieja de doña Carmen, y acercándose a ella cuando salía de la iglesia le rogó que le siguiese hasta su despacho del balneario, donde, primero con astucias y luego con ofertas trató de averiguar lo que tanto deseaba saber.

, continuó Massareo , ¡por San José! ¡conozco tus astucias! te meneas menos que una boya para que me ponga a tu alcance... Entonces arrojarías, a mi pobre barco una andanada de azufre que nos haría arder lindamente... ¡o me jugarías alguna otra pasada diabólica! Pero Dios protege al viejo Massareo.

Puede mostrar las astucias de Ulixes, la piedad de Eneas, la valentía de Aquiles, las desgracias de Héctor, las traiciones de Sinón, la amistad de Eurialio, la liberalidad de Alejandro, el valor de César, la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad de Zopiro, la prudencia de Catón; y, finalmente, todas aquellas acciones que pueden hacer perfecto a un varón ilustre, ahora poniéndolas en uno solo, ahora dividiéndolas en muchos.

Dicen que va á Portugal, Mas temese no sea maña, Y es bien que tema su saña Argel, que le hace mas mal. En la guerra hay mil ensayos, De fraudes y astucias llenos, Acullá suenan los truenos, Aca disparan los rayos. Vamos, que el cielo que toma Por suya nuestra defensa, A España hará con su ofensa Sujeta y sierva á Mahoma.

Y el grande hombre de la industria, aquel pastor de millones que tenía miles de brazos á sus órdenes y flotas en el mar como un príncipe de la moderna realeza, había descendido durante algunos meses á una vida de espionaje, de astucias miserables, para convencerse de la certeza de las denuncias.

Mas harto comprendió desde el primer instante, con la rápida percepción de su claro entendimiento y su mucha práctica de mundo, que en vano emplearía todas las astucias de su ingenio, todos los atrevimientos de su audacia y todos los recursos de su dinero en atraerse de nuevo a sus amigos y a formar en torno suyo aquella brillante corte que era la médula de su vida, porque era también la de su vanidad.

Lo mismo hizo el de Bélgica... Pero conocemos sus astucias y sabremos castigarlas. El pueblo iba á ser incendiado. Había que vengar los cuatro cadáveres alemanes que estaban tendidos en las afueras de Villeblanche, cerca de la barricada. El alcalde, el cura, los principales vecinos, todos fusilados. Visitaban en aquel momento el último piso.

Palabra del Dia

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