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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Por bajo de las grandes cumbres y de los círculos superiores, donde se amontona la nieve en capas altas como casas, se ven á medias los bosques de abetos.
Salieron por donde habían entrado, y al hallarse fuera, la pluma prorrumpió en exclamaciones: «¡Oh, gracias á Dios que veo otra vez el profundo cielo, las altas estrellas y la luna! ¡Qué hermosura! Paréceme que hace años que no he visto este admirable espectáculo, siempre nuevo y seductor.
Mas al terminarse el acto, cuando el célebre ¡Ah maledetto! del tenor, el tío Manolo tuvo la desgracia de soltar un gallo. Nunca había dado las notas altas muy claras y las temía mucho. En el auditorio se levantó un leve murmullo, al cual siguió un estrepitoso aplauso en testimonio de simpatía y perdón. Rivera, sin embargo, se desconcertó completamente y cantó lo que quedaba rematadamente mal.
La segunda parte de la ciudad, separada del puerto, aparece luego pintoresca, alegre y agradable por la elegancia de sus casas, fondas y palacios, la hermosura de sus alamedas, el aseo exquisito de sus anchas calles macadamizadas, la gracia de sus jardines, el humo de sus altas chimeneas, sus azoteas de techos cubiertos de nieve, sus ricos é innumerables almacenes, las románticas torres de estilo gótico de sus templos, y el movimiento incesante de paseantes, de vendedoras de fruslerías, de hermosas damas y loretas, de coches, de carretas, de barateros, de muchachos gritando, y de cuanto puede hacer la animacion de una ciudad comercial.
Cuando hablo de pasiones, no me refiero únicamente á las inclinaciones fuertes, violentas, tempestuosas, que agitan nuestro corazon como los vientos el océano; trato tambien de aquellas mas suaves, mas espirituales, por decirlo asi, porque al parecer estan mas cerca de las altas regiones del espíritu, y que suelen apellidarse sentimientos.
Las altas chimeneas como negros fantasmas, ni aun en aquella hora avanzada de la noche, dejan de vomitar vapores infernales. Nolo y Demetria las contemplan con horror y se muestran satisfechos cuando las dejan atrás. Llueve de nuevo y de nuevo se refugian bajo el corredor de una casa.
El grito de "Dios y Patria" ruje la hueste de Iberia, y al punto hacia el enemigo emprende veloz carrera estremeciéndose, altiva y feroz, con la soberbia de leones irritados que sacuden las melenas; los alaridos del indio turban la región serena del aire, y la muchedumbre de los contrarios, inquieta, en sinuosas oleadas agítase, a la manera con que a los ojos se ofrecen las ondas altas y lejas, o las mieses que combaten los vientos de la pradera.
»Suelen los muy críticos Terensiarcos y Plautistas destos tiempos condenar generalmente todas las comedias que en España se hacen y representan, así por monstruosas en la invencion y disposicion, como impropias en la elocucion, diziendo que la poesía cómica no permite introduccion de personas grandes, como son Reyes, Imperadores, Monarcas y aun Pontefices, ni menos el estilo adecuado á semejantes interlocutores, porque el que se ciñe dentro de esta esphera es el mas supino, como lo vieron los que se acuerdan en España del famoso cómico Ganaça, que, en la primera entrada que hizo en ella, robó igualmente el aplauso y dinero de todos, y lo ven agora los que de nuestros españoles estan en Italia, y aun los que, sin desamparar su patria, se aplican al estudio de letras humanas, en todos los Poetas cómicos, haziendo mucho donayre de que introduzgan en las Comedias un Lacayo, que, en son de gracioso, no sólo no se le defienda el más escondido retrete, que bive la dama y aun la Reyna, pero ni el caso que necesita de más acuerdo, estudio y experiencia, comunicando con él altas razones de estado y secretos lances de amor, asi mesmo de ver los Pastores tan entendidos, tan philosofos morales y naturales, como si toda su vida se huvieran criado á los pechos de las Universidades mas famosas.
A los pies de ese símbolo sublime se ve al poeta, como profeta y sacerdote, que traza sus rasgos en los muros del edificio, y presta voz á las flores y á las guirnaldas que adornan sus columnas, y hace oir la música, que baja harmoniosa de sus altas bóvedas.
Además, Febrer se irritaba muchas veces con sus parientes de la corte, jóvenes orgullosos de sus títulos nobiliarios, que sonreían al mencionar su rara cualidad de butifarra. ¡Y pensar que la familia había dejado que pasasen a los parientes de la Península varios marquesados, prefiriendo este título supremo de nobleza isleña y el goce de las altas dignidades caballerescas de Malta!...
Palabra del Dia
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