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Fué no más vago sueño mentiroso; hoy me digo: «¡la amé!» A través de los siglos que han pasado, inmóvil en tu asiento; bañada por el mar desenfrenado que ruje turbulento ó seca por el viento que azota tu semblante descarnado, miras llegar tranquila la ola hirviente que rugiendo avanza, se recoge al llegar, duda, vacila y contra con ímpetu se lanza.

Y a la manera del salto audaz desde la roca al llano con que muestra su esfuerzo la pantera, salta el río también al oceano con terco empuje; mientras en cada gota de agua ruje la génesis de ignotas tempestades, la mar y el río, en colosal connubio, fecundan en las vastas soledades la nube anunciadora del diluvio.

El grito de "Dios y Patria" ruje la hueste de Iberia, y al punto hacia el enemigo emprende veloz carrera estremeciéndose, altiva y feroz, con la soberbia de leones irritados que sacuden las melenas; los alaridos del indio turban la región serena del aire, y la muchedumbre de los contrarios, inquieta, en sinuosas oleadas agítase, a la manera con que a los ojos se ofrecen las ondas altas y lejas, o las mieses que combaten los vientos de la pradera.

Llegan tres mas, y Zamora Con la presteza del rayo, Dando riendas al caballo Las manijas les quitó: Dos de ellos fueron al suelo En pos del tremendo empuje, Y el que queda firme ruje De vergüenza y de furor. Y corriendo Desbandados, Y empapados En sudor, A Zamora Todos siguen, Y persiguen Con furor.

Con suave arrullo o con feroz empuje, como la lira acaso del poeta, el mar, o canta o ruje, y en su canción o en su rugido inquieta finge la mente del absorto vate recuerdos de un ayer que va pasando, de su lira en las cuerdas evocando los "gritos del combate".

Ruje de los arcabuces la detonación siniestra y ante sus fuegos los indios de vacilación dan muestra; más, prestos, cual si escuchasen amenazadora arenga, con nuevo aliento sacuden la momentánea tibieza, y los que detrás combaten cierran sin temor las brechas en que rompe el plomo hirviente las avanzadas hileras, y no cede de los indios la pertinaz resistencia, y van pasando las horas, y aquella humana barrera si cien veces viene al suelo otras cien se alza más recia.