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Actualizado: 11 de junio de 2025
Diciendo esto, advirtió cierta cosa de un encarnado muy subido, que nadaba junto al navio; echáron la lancha para ver que era, y era uno de sus carneros. Mas se alegró Candido con haber recobrado este carnero, que lo que habia sentido la pérdida de ciento cargados todos de diamantes gruesos del Dorado.
Su madre le preparó ropa limpia y le advirtió que tuviera cuidado con lo que decía y que fuera prudente, pues la colocación podía ser un modus vivendi para él. Cracasch prometió ser prudentísimo. Llegó el primer día a casa de Arizmendi y preguntó por el amo. Salió a abrirle una muchacha, y poco después se presentó un señor. La muchacha le dijo que dejara la boina en el colgador.
Apenas llegamos al bosque puso su caballo al galope. Yo hice como ella y la seguí. Cuando advirtió que le iba a los alcances aceleró la marcha, fustigó a su caballo y sin motivo lo lanzó a escape. Tomé el mismo aire que ella y cuando ya la alcanzaba, hizo un nuevo esfuerzo que me dejó atrás. Aquella persecución irritante, desenfrenada, me puso fuera de mí.
Para el padre Anselmo era doña Inés modelo de casadas y de madres de familia y dechado ejemplar de señoras distinguidas y doctas. En todo cuanto le dijo acerca de Juanita no advirtió otro intento que el de evitar o reprimir el escándalo y el mal ejemplo que en el Jugar se estaba ya dando.
Ya que le gustan a usted las negras, quedará satisfecho: tengo precisamente en mi troupe tres hermosas negras. Kotelnikov palideció ligeramente, lo que no advirtió el director, absorto en sus cavilaciones sobre el café cantante. Tiene usted que darle un billete gratuito para toda la temporada. El director consintió.
No replicó Briones , yo lo prohibo. El teniente Ramírez quedará arrestado. Está bien dijo refunfuñando el aludido. Si estos señores quieren un poco de jaleo, cuando tomemos Laguardia pueden venir con nosotros advirtió el oficial. Martín creyó ver alguna ironía en las palabras del militar y replicó burlonamente: ¡Cuando tomen ustedes Laguardia! No, hombre. Eso no es nada para nosotros.
La mañana ofrecía esa dulzura exquisita que se observa en algunos días de primavera. El P. Gil advirtió al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar y se dirigiese a la primera estación del ferrocarril, distante una legua de ella. Había resuelto tomar el tren allí para mayor recato. La estación, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once.
¡Dios mío! murmuró echando una mirada en torno. Miró después a Tristán que parecía dormido, y no advirtió en su rostro señales de sangre; palpó sus brazos y sus piernas, pero no pudo cerciorarse si se había fracturado algún hueso; puso el oído a sus labios y notó que respiraba.
Mi amita se casó en Vejer al amanecer de un día hermoso, aunque de invierno, y al punto partieron para Medinasidonia, donde les tenían preparada la casa. Yo fui testigo de su felicidad durante los días que precedieron a la boda; mas ella no advirtió la profunda tristeza que me dominaba, ni advirtiéndola hubiera conocido la causa.
Yo sé que tiene buen fondo: ¿qué importan las faltas más graves, cuando van seguidas del arrepentimiento? Lázaro advirtió que Clara hizo un movimiento, como si tratara de contradecir aquellas palabras; pero en su ceguera no supo ver, no supo apreciar que en aquel instante el alma de su amiga pasaba por el más duro trance de dolor y paciencia de que es capaz la naturaleza humana.
Palabra del Dia
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