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Actualizado: 11 de junio de 2025
Aquí había concluído, lector amigo, mi mal limada relación y pensaba alzar la pluma de mi trabajo, cuando se me advirtió y lo juzgo así, que no es justo que el mundo ignore del todo la gran felicidad de este Nobilísimo Reino en producir, para su gloria y su bien, eminentes Sujetos en virtud, letras y celo de la Fe, capaces de ilustrar muchos Reinos.
Quedó pálida, pendiente de los labios de María Josefa, como si de ellos esperase la salud o la muerte. Aquélla advirtió bien su turbación, y dijo después de mirarla un instante fijamente: No te lo digo... ¿Para qué?... Acaso sea todo una calumnia. Fernanda se repuso instantáneamente. Está bien respondió haciendo un gesto de displicencia. Cálleselo. Después de todo, ¿a mí qué me importa todo eso?
Y usted, Felipe, ¿por qué causa se batió con su amigo? Porque Amaury me ha ofendido gravemente. Repito que usted estaba comprometiendo a Antoñita, y por eso le he insultado. El propio señor conde me advirtió que... Dispénseme, señor Auvray, le suplico me deje decirle dos palabras a Amaury. ¿Y bien, señor conde?... No se aleje usted mucho; tengo que hablarle también.
¿Pero ha visto usted lo que ha hecho hoy? ¡Es horrible! En aquel momento Clementina oyó pasos en el corredor. Sospechando de quién eran fué rápidamente a la puerta, diciendo: Espera un poco: déjame cerrar. Fué bien a tiempo. En aquel instante llegaba Raimundo. La dama puso el dedo en los labios haciéndole seña de que se alejase. Irenita no advirtió nada.
Los restantes viajeros se desparramaran ya por el andén a fin de coger sitio en el expreso, que acababa de llegar y detenerse, vibrante aún de su rápida marcha, en la estación. Vamos advirtió Miranda , vamos, que el tren va a salir.... No sé si hallaremos un departamento desocupado. Emprendieron su peregrinación, recorriendo la línea de vagones, en busca del departamento vacío.
Me dirigí al grupo, y pregunté por el señor Fernández. En el comedor... me contestaron desdeñosamente. Le aguardaré aquí.... El mancebo levantó los hombros y me señaló un asiento. No; advirtió otro de los empleados, el de más edad, ¡le esperan a usted! Llamaron a un criado que me condujo hasta la puerta del comedor. Toda la familia estaba allí reunida.
Cuando para disimular mejor el miedo se fueron aquéllos a jugar con su cadena, no pudo reprimir la indignación y les advirtió con un manotazo de que aquello era de «mírame y no me toques,» y para evitar más conflictos, se levantó de la silla y se puso a dar vueltas por la estancia, sin perder un átomo de su ingénita gravedad.
Entonces, mi timidez se trocó en atrevida soberbia, y la miré de hito en hito. Algo de ridículo hubo de haber en mi mirada, pero, o Pepita no lo advirtió o lo disimuló con benévola prudencia, exclamando del modo más sencillo: No se ofenda Vd. porque yo le descubra alguna falta. Esta que he notado me parece leve. La culpa es del señor deán, que no ha pensado en que Vd. aprenda a montar.
A no haber Muñoz abandonado tan precipitadamente la casa de Charito, habría comprendido lo infundado de sus celos. Porque cuando Adriana advirtió que Castilla se tomaba tontamente la libertad de acariciarle la mano, en seguida, dejándole plantado en medio de la sala, buscó a Muñoz.
Y si los pudiera haber de tal calidad que obligarán á romper palabras dadas con tanto fundamento y razon, no se puede averiguar, por lo que los antiguos no dejaron escrito la causa que pudo mover al Infante á tomar resolucion tan en descrédito suyo; pero por lo que respondió á Berenguer cuando le pidió que cumpliese su palabra, que fué decir solamente, que así cumplia el servicio de su hermano, se puede presumir que advirtió el Infante, que habia paces entre Andronico y Don Fadrique, y que sin expresa órden suya no habia de ocupar sus galeras en daño de un Príncipe amigo.
Palabra del Dia
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