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Afirman, pues, que el genio es como una divinidad que reside en el alma de quien le posee, y a cuyo culto y manifestación debe el poseedor consagrar su vida y sacrificarlo todo: amistad y amor de las mujeres, patriotismo y ley moral.

»La Historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el señor Dorrego ha debido o no morir, y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público. »Quiera el pueblo de Buenos Aires persuadirse que la muerte del coronel Dorrego es el mayor sacrificio que puedo hacer en su obsequio.

La reina tenía y tiene en un apoyo muy fuerte; porque es fuerte todo aquel que lleva su amistad, su amor hasta el punto de sacrificarlo todo por la persona á quien ama, y una prueba de ello ha sido mi casamiento. ¡Ah! exclamó la duquesa. Don Juan se sonrió, y miró de una manera elocuentísima á su mujer.

Jamás ha dudado Mauricio de que yo estuviese pronto á sacrificarlo todo por verle dichoso; por eso ha seguido ciegamente mis consejos. Herminia no estaba completamente segura de que obrases en su interés y, en un momento dado, ha visto que la tratabas como enemiga. Entonces ha desertado. Esto es sencillo y lógico y no podías evitarlo. La señorita Guichard bajó la cabeza sin responder.

Esto hiere mi amor propio y no estoy dispuesto a sacrificarlo por ningún matrimonio, ni contigo ni con nadie. ¿Quieres decir que no me estimas lo bastante para sufrir por ninguna molestia? Esa clase de molestias no. Entonces tu amor es más ligero que esa niebla que cae sobre las charcas y que barre un pequeño soplo de viento.

Los judíos, para saciar su rabia, deciden sacrificarlo, como á Cristo, con iguales martirios, y el último acto nos representa la serie de dolores que sufre el mísero niño; lo azotan, lo coronan de espinas y lo crucifican, sin abandonarlo en sus tormentos la paciencia y la resignación celestial; al fin asciende al cielo su alma, escoltada por ángeles, mientras los judíos celebran orgías y entonan cánticos alegres, formando el conjunto cuadros sorprendentes por la profunda emoción que excitan en nuestra alma, haciéndonos dudar si hemos de admirarlos por sus bellezas poéticas sublimes, ó censurarlos por su singularidad y extravagancia.

El que así piensa y obra es digno del aplauso de sus conciudadanos; el que torpe y abandonado por ambición derrama sangre inútilmente contra los consejos de la experiencia, y por desidia, ya demostrada en épocas anteriores, compromete el prestigio del Ejército y la vida de sus subordinados, no sólo no se hace digno de recompensa, sino que debe, como censura de sus hechos, ser relevado de puestos que exigen más desinterés y mayor conocimiento de las prácticas militares; que si el Gobierno puede ser desorientado en un momento por efecto de su mismo patriotismo, ganoso del engrandecimiento nacional, la masa grande y anónima que se llama país deba mantenerse alerta, haciendo repercutir en el sagrado é inviolable eco del periodismo sus recelos y censuras para desenmascarar ante esos mismos Gobiernos á aquellos hechos cuya corrección y desinterés sean dudosos y no satisfagan las aspiraciones unánimes de aquéllos que todo deben sacrificarlo al prestigio de la patria.

Entonces una mujer que ocupase un alto lugar en la corte de España, que supiese conspirar, que lo viese todo, que lo oyese todo y que te amase... sería tus pies y tu cabeza; podrías obrar aquí y allá... aprovechar las ocasiones propicias... ¿Crees que yo puedo ser esa mujer? . ¿Crees que yo soy capaz de sacrificarlo todo por ti? Lo creo.

He cumplido únicamente con mi deber. Deber es de todo buen vasallo sacrificarlo todo, hasta la vida, por sus reyes. , señor, padre replicó Montiño , todo menos el honor. Rey que pide á su vasallo el sacrificio de su honra ó de su conciencia es tirano, y no debe servirse á la tiranía. Decís bien, padre. ¿Sois nuevo en la corte? , señor. ¿Os llamáis Juan Montiño? , señor..