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Y como comprendía que usted habría sabido hacerla feliz, la soberbia, el amor, los celos, todas las pasiones, todos los instintos de mi raza, de mi naturaleza, se sublevaban amenazadores. ¡ me prometiste ayer la dije con acento amargo que no me dejarías, porque eres mi esposa, y ahora quieres matarte!... Ella no lo negó. Déjame morir fue su respuesta; eso será mejor para todos.

¡ bañado en el rocío de los placeres, y tu amigo cubierto de polvo y sudor en la frontera! ¡ vencido por una mujer, y tu amigo triunfando de los castellanos! Cuando me arranqué de tu lado para la alcaldía de Zahara , me prometiste venirte a antes de la luna de Zefar , y dos meses han volado sin verte.

Pues no hay más, papá, y en eso se estaba cuando me anunciaste la venida del otro. Y ahí está el dedo malo precisamente replicó Bermúdez arañándose las palmas de las manos con las respectivas uñas . Resultó el contraste, y ¡pum!... a la cárcel Nacho. Yo no me opuse a que viniera, recuérdalo... y recuerda también lo que te prometí. ¿Qué fue lo que me prometiste? porque, a la verdad...

Entre otras cosas, la Nela dijo: Anoche te me has aparecido en sueños, Señora, y me prometiste que hoy me consolarías. Estoy despierta y me parece que todavía te estoy mirando y que tengo delante tu cara, más linda que todas las cosas guapas y hermosas que hay en el mundo.

En cambio, la voz de la cordura, siempre prudente y mesurada, mostró ahora una tranquilidad heroica, hablando lo mismo que un hombre de paz que estima sus compromisos superiores á su vida. «Calma, Ferragut; has vendido tu buque con tu persona y te han dado millones. Debes cumplir lo que prometiste, aunque en ello te vaya la existencia... El Mare nostrum no puede navegar sin un capitán español.

PATROS. Voy volando. Hoy, Virgen mía, mi ofrenda será mayor: debiera ser tan grande que dejara sin una flor el jardín de mis tíos; quisiera poner hoy ante tu imagen todas las cosas bonitas que hay en la Naturaleza, las rosas, las estrellas, los corazones que saben amar... ¡Oh, Virgen santa, consuelo y esperanza nuestra, no me abandones, llévame al bien que te he pedido, al que me prometiste anoche, hablándome con la expresión de tus divinos ojos, cuando yo con mis lágrimas te decía mi ansiedad, mi gratitud...!

Hágolo para mi gobierno. Yo soy así; me gusta seguir los pasos de la persona que me interesa... De seguro que al volver del tortoleo entra por aquí... ¡Ah!, qué memoria la tuya, Segismundo; ya no te acordabas de que para hoy le prometiste tener hechas las píldoras de hatchisschina, que le quieren dar al pobre Maxi, a ver si le levantan y aclaran un poco aquellos espíritus tan entenebrecidos.

Me pasa que me has engañado, que me prometiste hacerme servir á las órdenes de uno de los más grandes capitanes del reino y en su lugar buscas para capitán de la Guardia Blanca á ese alfeñique vestido de terciopelo, con sus ojillos llorosos y que por lo flaco y desmedrado parece no haber comido en tres días.... ¡Hola, con que ahí es donde te duele!

No pienso hacer nada por ti. Cuando murió tu segundo marido me prometiste ser un modelo de economía y prudencia; y yo fui tan tonto, que perdí el tiempo y hasta algún dinero para poner a flote tu fortuna, que hacía agua por todas partes como un barco viejo.... Déjame acabar, Manuela; no me interrumpas. ¿Quieres hacerme creer que aún lo conservas todo libre de trampas, tal como yo te lo entregué? ¡Quia, hija mía!