United States or Lithuania ? Vote for the TOP Country of the Week !


El alto y enjuto anciano me miró con sus ojos pardos y movió la cabeza. Burton Blair sabía demasiado contestó evasivamente. Según parece, después que yo me retiré llegó a ocupar el puesto de primer piloto, y Poldo, el hombre que había tenido en sus manos, para conseguir buenos rescates, a duques, cardenales y otros grandes hombres, trabajó a sus órdenes pacientemente.

¿Pero cómo vino el secreto a poder de Burton Blair? preguntó ansiosamente. ¡Ah! observó el viejo, mostrando las palmas de sus manos morenas y endurecidas, esa es la cuestión. Sobre esas mismas cartas que usted tiene, que Poldo Pensi, el exbandido de Calabria, inscribió en inglés las instrucciones del Cardenal. En efecto, notará usted que la redacción revela que su autor ha sido un extranjero.

Antes de ausentarse me hizo depositario de sus secretos y me declaró que lo que a bordo de la barca se había sospechado era cierto, pues no era otro que el célebre Poldo Pensi, el bandido cuya osadía y ferocidad habían sido años antes narradas en verso y prosa en Italia.

El lugar indicado es cerca de Lucca, en Toscana observé. Usted dice que el tal Poldo Pensi ha estado allí y ha hecho averiguaciones. ¿Qué fue lo que encontró? Lo que el Cardenal le había dicho que encontraría. Pero jamás me explicó lo que era. Todo lo que llegó a manifestarme era que el secreto convertiría a su dueño en un hombre muy rico, lo que ciertamente ha sucedido en el caso de Blair.

El secreto del Cardenal Sannini, obtenido por el famoso bandido Poldo Pensi, cuya terrible partida de bandoleros devastó media Italia hace veinticinco años, y que obligó al mismo Papa Pío IX a pagarle tributo, está escrito aquí, como usted lo acaba de descifrar. ¿Y Pensi ha muerto? pregunté. ¡Oh! .

Poldo, al abandonar sus malas hazañas, se había hecho muy religioso y solía asistir a las misiones para los hombres de mar cuando estaba en tierra, como también Blair era, según ustedes saben, un hombre muy temeroso de Dios para ser marino. Cuando recuerdo todas las circunstancias, pienso que era muy natural que Poldo entregase el secreto del Cardenal, muerto, en manos de su mejor amigo.

La clave de la cifra la había descubierto ese día de fiesta que encontré a Poldo en el castillo de proa escribiendo un mensaje sobre las cartas, evidentemente dedicado para el Cardenal residente en Roma, porque después he sabido que el bandido y el eclesiástico, antes de la muerte de este último, mantenían frecuente pero secreta comunicación.

Sea esto verdad o mentira, sin embargo, los hechos quedan en pie, y son: que Poldo debió dejar escapar en medio del delirio de la fiebre parte de su secreto, y que Blair vino a ser el dueño de las pequeñas cartas.

Como usted sabe, fue, en cierta ocasión capturado por el terrible Poldo Pensi, tan temido en la Calabria, y obligado, con el fin de salvar su vida y reputación, a descubrir la existencia de su tesoro. Pensi, en vista de esto, vino aquí secretamente, vio el tesoro, pero como era en extremo supersticioso, cual lo son todos los de su condición, no se atrevió a tocar ni un solo objeto.

Algún tiempo después, Poldo cayó enfermo de un grave ataque de fiebre y murió, pero, aun cuando es bastante extraño, le dejó, así lo aseguraba Blair, el paquete de cartas con el secreto.