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¿Quieren vuesas mercedes algo más que les sirva? Nada más. Pues que Dios guarde á vuesas mercedes. Y la muchacha salió. Amigo Velludo, no juguemos dijo el alférez. ¿Por qué? Esta muchacha es honrada y quería bendiciones. Bendígala Dios, y paso. Hablemos de nuestro amigo, ya que hemos quedado solos. Y se pusieron á charlar y á aventurar deducciones.

Entramos en la posada todos tres juntos ya anochecido; mandamos aderezar la cena era viernes ; y entre tanto, el ermitaño dijo: "Entretengámonos un rato, que la ociosidad es madre de los vicios; juguemos Avemarias"; y dejó caer de la manga el descuadernado. Dióme a gran risa ver aquello, considerando en las cuentas.

Entramos en la posada todos tres juntos, ya anochecido; mandamos aderezar la cena -era viernes-, y entre tanto, el ermitaño dijo: -Entretengámonos un rato, que la ociosidad es madre de los vicios; juguemos avemarías. Y dejó caer de la manga el descuadernado. Diome a gran risa al ver aquello, considerando en las cuentas.

Me va usted a llamar sinvergüenza; pero, en fin... juguemos a cartas vistas y cada cual atienda a su juego. Lo que usted desea es que yo le saque de dudas sobre lo del casorio, y que le ponga a usted al habla con ella, y lo ha querido usted conseguir sin que yo me diese cuenta.

Corriente: canos, al paso que usted, más metido en carnes que yo, con el pellejo más reluciente, su estatura regular y de buen arte, tan aseadito y curro, y tan recortaditas y cepilladas las blancas patillas... ¡Grises, don Claudio!... mírelas usted bien y juguemos limpio. Grises, corriente: vaya también esa ventajilla a favor de usted: poco me importa.

El soldado dijo: -No, sino juguemos hasta cien reales que yo traigo, en amistad. Yo, codicioso, dije que jugaría otros tantos, y el ermitaño, por no hacer mal tercio, aceptó, y dijo que allí llevaba el aceite de la lámpara, que eran hasta doscientos reales. Yo confieso que pensé ser su lechuza y bebérsele, pero ansí le sucedan todos sus intentos al turco.

El soldado dijo: "No, sino juguemos hasta cien reales que yo traigo, en amistad." Yo, codicioso, dije que jugaría otros tantos; y el ermitaño, por no hacer mal servicio, aceptó, y dijo que allí llevaba el aceite de la lámpara, que eran hasta docientos reales. Yo confieso que pensé ser su lechuza, y bebérselo; pero así le sucedan todos sus intentos al turco.

Pues ¡cuidado con el incendio! ¡No juguemos con el fuego, Reinita! Nada más que una fogatita, señor cura; si es de lo más lindo que puede darse. Y si se tiene miedo del incendio, con echar un poco de agua fría sobre el fuego... Mas, ¿dónde encontrarás el agua fría, mi hijita? ¡Ah! todavía lo ignoro, pero puede que lo sepa algún día. Quiera Dios, que no sea así exclamó el cura.

Si yo me quiero matar ¿quién me lo puede impedir? Pero misma, sin auxilio de nadie, ¿no comprendes que a Dios no puede agradar que nos quitemos la vida?... ¡Pobre criatura abandonada a tus sentimientos naturales sin instrucción, ni religión, sin ninguna influencia afectuosa y desinteresada que te guíe!... ¿Qué ideas tienes de Dios, de la otra vida, del morir?... ¿De dónde has sacado que tu madre está allí?... ¿A unos cuantos huesos sin vida, llamas tu madre?... ¿Crees que ella sigue viviendo, pensando y amándote dentro de esa caverna? ¿Nadie te ha dicho que las almas una vez que sueltan su cuerpo jamás vuelven a él? ¿Ignoras que las sepulturas, de cualquier forma que sean, no encierran más que polvo, descomposición y miseria?... ¿Cómo te figuras a Dios? ¿Como un señor muy serio que está allá arriba con los brazos cruzados, dispuesto a tolerar que juguemos con nuestra vida y a que en lugar suyo pongamos espíritus, duendes y fantasmas que nosotros mismos hacemos?... Tu amo, que es tan discreto, ¿no te ha dicho jamás estas cosas?

MÁXIMO. Vaya, vaya, no juguemos. Me contagias, Electra; me desmoralizas... ELECTRA. Déjame que me recree con las cualidades de este metal bonito, que es mi semejante. ¡Soy tenaz... no me rompo...! Pues bien puedes decírselo a Evarista y a Urbano, que en el sermón que me echaron hoy dijéronme como unas cuarenta veces que soy... frágil... ¡Frágil, chico! MÁXIMO. No saben lo que dicen.