United States or Australia ? Vote for the TOP Country of the Week !


¿Y no haríais nada por evitar que me suicidase, prima? -No por cierto-respondí muy tranquila. ¿A qué entrometerme en lo que no me importa? Me gusta la libertad, y si tenéis ganas de abandonar este valle de lágrimas... ¡oh, Dios mío! no movería un dedo para impedíroslo. Que cada cual haga su gusto en vida.

¿Cómo puedo proporcionarme ese dinero? dijo Godfrey, trémulo de rabia . No tengo oficio ni beneficio. Y vos mentís al decir que os deslizaríais en mi lugar; os haríais echar vos también, nada más. Porque si vos os ponéis a llevar chismes, yo haré otro tanto. Bob es el hijo favorito, lo sabéis perfectamente. Mi padre se daría por muy satisfecho con no volveros a ver.

Tenéis un pico de oro, sabéis adoptar elegantes posturas; pero decidme: ¿qué haríais si quisieran raptarnos durante la noche? ESCIPIÓN. Velaremos la noche entera. Además, espero que vosotras no querréis marcharos. VERÓNICA. ¿Por qué están tan lejos? ¡Yo quiero que se acerquen! VOCES FEMENINAS. ¡Por favor, detenedla! CLEOPATRA. ¡Tiene gracia lo seguro que estáis de vosotros mismos!

¡Valer! este diamante vale, sin el aro, que es muy rico y que está muy bien esmaltado y cincelado, tres mil y quinientos doblones. No haríais mal negocio. No lo crea vuesa merced, porque como esta joya es de tanto valor, tardaría mucho tiempo en venderla: acaso años. En fin, yo no la quiero vender; quiero solamente empeñarla, y empeñarla por horas.

Haríais muy mal dijo alarmada la duquesa, que no se olvidaba un momento de que importaba á su hijo la libertad de Quevedo. ¿Que haré mal en prender á un tan encarnizado enemigo mío? ¿Ignoráis lo que ha hecho don Francisco? De ningún modo. Nos ha hecho mucho daño. No importa, es preciso que don Francisco esté seguro en Madrid. ¡Para que nos haga libremente la guerra...! Os lo pido yo.

Tía respondió la duquesa , mejor haríais en consultar al vuestro, sobre el lenguaje que ha de usarse con una mujer casada, sobrina vuestra. Bien está dijo la Gutibamba ; tu carácter austero, reservado y metido en ti, te priva ya del corazón de tu marido y acabará por alejar de ti a todos tus amigos. Y la marquesa salió muy satisfecha de su peroración.

Pues no; no hay que pensar en ello; ¿con que es decir que se nos lleva la dama más hermosa de palacio, que se nos pone á la cabeza de la compañía más brava de nuestros ejércitos, que nos hacemos los ciegos ante un homicidio intentado por él y todavía queréis que le demos el hábito de Santiago? No haríais más que doblárselo, señor, pues lo tiene ya. ¡Cómo! ¿pues quién se lo ha dado?

Si don Francisco y yo tuviéramos un interés cualquiera en vernos, en andar juntos, no elegiríamos por cierto el locutorio de las Descalzas Reales para lugar de nuestras citas, ni á vos por testigo. En lo cual haríais muy bien. Y mucho más por la parte que me concierne, porque me excusaría de que pensárais mal de . Yo no pienso mal de vos; pero quisiera saber para qué habéis venido al convento.

¿Pues no? ¿Os parece que una dama puede sufrir, sin desesperarse, insultos tan groseros? Confieso que tenéis razón y que en vuestro lugar... Vos en mi lugar, ¿qué haríais? Pediría consejo. Pues cabalmente yo no he hecho más que pedíroslo. ¡Ah! yo creía que sólo me habéis dado á conocer vuestras tentaciones. Pues de ese modo os he pedido que me aconsejéis. Meditó de nuevo profundamente la duquesa.

Sabed que haríais morir de envidia a muchos obispos. ¿Eso dijo? Cabal. Paciencia, Martín. Ramiro meneó la cabeza con un gesto de enfado. Pasó un monje franciscano montado en un borrico ceniciento. Santa leticia brillaba en su rostro. Su desnuda pierna vellosa asomaba por debajo del sayal. Castigaba a su caballería con un gajo de bardaguera.