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Don Juan de Zabaleta dice del guardainfante en el cap. II de El Día de fiesta por la mañana (apud Obras históricas, políticas, filosóficas y morales, escritas por.... Con el Día de fiesta por Mañana, y Tarde, y los sucesos que en él passan Madrid, Antonio Gonçalez de Reyes, 1692): «Este es el desatino más torpe en que el ansia de parecer bien ha caido. Si vna muger tuuiesse aquella redondez de cuerpo desde la cintura abaxo, ¿huuiera quien se atreuiera a mirarla? Ponerse postizo vn defecto, ¿puedelo hazer sino quien esté sin juizio? Ponerse postizo un ojo, vaya, porque los ojos son hermosura; pero ponerse vna hinchazón contrahecha, ¿quién lo puede hazer que no esté fuera de tino?...

Un moño y unos dientes postizos y un guardainfante pueden hacer esos milagros dijo don Cleofás . Pero ¿qué acompañamiento prosiguió diciendo es este que entra agora, de tanta gente lucida, por la puerta deste templo consagrado al uso del siglo?

III de Los tres blasones de España: «REY DE CAST.ª ¿Que es guardainfante?

Como recuerdo de los personajes de blanca peluca y las damas de anchuroso guardainfante que habían pasado por ella, quedaban algunos bustos clásicos en los rellanos, una baranda de hierro forjada á martillo y varios farolones de oros borrosos y vidrios turbios. Se detuvieron en el primer piso, ante una fila de puertas algo carcomidas por los años. Aquí es dijo Freya.

En la primera pared, a los lados de la puerta, hay dos grandes fotografías en sus marcos de noguera pulida: una es de la divina marquesa de Leganés, de Van Dyck; otra, cuidadosamente iluminada, es de Las Meninas, de Velázquez. En la segunda pared, correspondiente al balcón, cuelga una fotografía de Doña Mariana de Austria, de Velázquez, con su enorme guardainfante y su pañuelo de batista.

GUARDAINFANTE. Vn enredo para ajustar a las gordas; vn molde de engordar cuerpos; es una plaza redonda adonde pueden los diestros entrar a jugar las armas, por lo grande y por lo extenso; es un encubre-preñadas, estorbo de los aprietos, arillo de las barrigas, disfraz de los ornamentos; y es, en fin, el guardainfante vn enjugador perpetuo, que está secando la ropa sobre el natural brasero

Conque daos prisa y venid, que os espera la dama más hermosa que se tapa con guardainfante. ¡Ah, mal engendro! ¡injerto de dueña en cuerpo de sapo!... ¿qué me querrás que bueno sea?... Mas ahora recuerdo... en efecto... doña Clara Soldevilla tiene el malísimo gusto de hacerse servir por ti: si es ella quien me llama, huélgome, porque si ella no me llamara iría yo á buscarla.