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Pero no es eso tampoco. Floto en una atmósfera tan pura de felicidad, mi pecho se ensancha con una alegría tan pura y tan nueva... Porque todo es nuevo para esta alma que se despierta aún una vez sobre sus despojos para amar y para sufrir... Para sufrir. Ya cuánta vergüenza y desgracia puede hacer caer sobre semejante pasión.

Ya no era un palo, era una torre, y á continuación de esta torre iba surgiendo del mar un basamento de acero que chorreaba cascadas de espuma, un lomo gris de cetáceo, que poco á poco tomaba la forma de un vaso navegante largo y afilado. Una bandera flotó de pronto sobre el submarino. Ulises la conocía. ¡Nos van á atacar á cañonazos! gritó á Tòni . Es inútil que naveguemos en zigzags.

Y evocaba la tarde en que llegara a la ciudad murmurando los versos melancólicos de "Christine" y la iglesia de Nueva Pompeya flotó suspensa en la lejanía de la sombra violácea. Y nos pondremos de rodillas, Lucía, en esa iglesia. Lo he soñado. Preguntó a Julio si había estado alguna vez en Nueva Pompeya. , el año pasado. Después de una semana de lluvias, el Riachuelo se había desbordado.

El Almiranta en floto estuvo dias, Mas torna á dar en seco, y desrumbada Ha sido, entrándole agua por mil vias: Procúrase que luego sea varada, Sus fuerzas conociendo ya ser frias, La gente fuera apenas de ella echada, Cuando yendo la mar y agua menguando, La nave cae, el un lado recostando.

Tres disparos de carabina partieron a la vez; el hábito azul del reverendo flotó un instante, y después ya no se vio nada, nada... ni caballos, ni hombres, ni fraile... nada más que olas espumosas que habían invadido ya la primera rampa del sendero e iban a estrellarse con gran estrépito contra la segunda. Sólo el gitano se había salvado.

Y la imagen apuesta de Fernando flotó un segundo, al claror de la luna, delante de los viajeros, sonreidora y liviana, como una tentación.

Al caer la tarde el sol poniente abarcó con sus rayos la ventana de colores iluminando de lleno la figura blanca con sus rayos horizontales; y entonces, como si milagrosamente la vivificaran los besos de aquella luz celeste, se fue desprendiendo de los vidrios, tomó cuerpo en el aire semejante a una forma diáfana, impalpable, flotó en el atmósfera, y lentamente fue bajando, bajando, a modo de aparición soñada, hasta tocar con sus sagrados pies el pavimento de la iglesia, por donde en luces amarillentas, lujos culpables y reflejos metálicos, parecía también desparramado el oro caído de las mesillas de los mercaderes.

Y ruborizándose aún más de lo que estaba añadió en voz baja dirigiéndose a Rodríguez: Cuando niño me ha dicho mi mamá que he padecido convulsiones. ¡Lo ven ustedes! exclamó Pareja en alta voz. Y henchido de entusiasmo dio una vuelta en redondo y su levita flotó como las alas de una mariposa. Sería acaso por la alferecía murmuró el recalcitrante Rodríguez.

Todavía flotó un momento en su imaginación el fantasma indeterminado y vago de aquella pobre muchacha que, como él, acaso vivía consumida por las penas. Una chica guapa que trabajaba para comer. Ese debió de ser también el destino de Cristeta.

Y sacando un brazo fuera del bote, dejó caer la caja de cigarros. Flotó sobre el agua unos instantes, y luego se fué al fondo bajo el peso de alguien que acababa de arrojarse sobre ella. Era Ra-Ra, que había saltado fuera de la embarcación para abrazarse al féretro, desapareciendo con él.