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Y tanto el bravo viento los aqueja, Que se siguen tras él desconfiados De su recto viage, que se deja, Por ser del vendabal tan contrastados. La capitana un poco mas se aleja, Y surge con sus naves á los lados, Si no es el almiranta, que apartada Surgió en una bahía no abrigada.

El Almiranta en floto estuvo dias, Mas torna á dar en seco, y desrumbada Ha sido, entrándole agua por mil vias: Procúrase que luego sea varada, Sus fuerzas conociendo ya ser frias, La gente fuera apenas de ella echada, Cuando yendo la mar y agua menguando, La nave cae, el un lado recostando.

Aquí saltaron quince á refrescarse, Con fin de meter agua en el navío, La gente que allí está, cura emboscarse, Con ayuda tambien de algun gentío. En ellos dan, al tiempo que embarcarse No pueden, ni huir del poderío De los nuestros; de suerte que murieron Los trece, y á los dos vivos cogieron. Davis se retirò y va huyendo, Sin saber de Candish ni la Almiranta.

Mas ¡Ay dolor! la noche ya cerrada, El viento sur sacude, y hiere y brama, Y tanto se embravece, que en nonada La Capitana corta árbol y antena, Y el Almiranta asienta en el arena. Al dia de contento y alegria El triste corresponde y es vecino; La gente sin ventura, pues tenia Contento, mas tristeza sobrevino.

Hubo varias causas de esta larga tardanza, y la principal fué el apartarse y dividirse las naves pocos días después de la partida de Cádiz, y perderse de vista la una de la otra, que encontrando rapidísimas corrientes que la desviaban, furiosísimos vientos que la maltrataban, disformes tempestades que la echaron á las costas de Guineos, se vió precisada la almiranta, en que le cupo venir á nuestro P. Antonio, á aferrar en la isla de Santiago, una de las islas Hespérides, que llamamos ahora Cabo Verde.

Del almiranta á tierra sale luego Alguna gente, y halla las pisadas Del indio, por siguen, aunque ciego El camino, y las yerbas mal holladas, A la señal, y humo de un gran fuego Descubren unas gentes congregadas De nación Guaraní, que recibieron A los nuestros muy bien, y les sirvieron.

De Juan Ortiz la gente con pujanza Les prende, y el negocio por escrito Se pone, y á los tres luego cortaron Las cabezas, y en alto las fijaron. Tambien allá en la isla pretendieron Llevar de la Almiranta unos soldados La barca, con la cual ir se quisieron Al puerto San Vicente encaminados.