United States or Cook Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Aunque por propia voluntad nunca evocaba su recuerdo, muchas veces, en la impaciencia de una cita, en el ficticio entusiasmo de una parodia de amor, en medio del enojo que causa la posesión de lo que se ha deseado tibiamente, surgía en su pensamiento la imagen de Cristeta, única mujer que al entregársele le había dado, al par del cuerpo, algo del alma.

Y evocaba el recuerdo de las campiñas de Levante, las vegas de Valencia y de Murcia, siempre verdes, pobladas como ciudades, viéndose de cada pueblo los campanarios de otros lugares vecinos; teniendo cada campo su vivienda rústica, y en ella una familia tranquila, y bien alimentada, sacando su alimentación de pedazos de terreno tan pequeños, que él, en su hipérbole andaluza, los comparaba con pañuelos de bolsillo.

Se veía tierra... Y todos corrieron al lado de babor con vehemente curiosidad, como si desearan saciar sus ojos en un fenómeno inaudito. ¡Tierra!... Esta palabra evocaba algo lejano que había existido en otros tiempos, y que la gente, acostumbrada a la soledad oceánica, consideraba ya como irreal.

Resucitaba en su memoria la conversación que había tenido con Mina aquella misma tarde, y el recuerdo de la artista evocaba el de Wagner y sus héroes. ¿Por qué pensaba en esto?... «Tal vez se dijo mentalmente porque esos conquistadores fueron héroes de epopeya, héroes en plena Naturaleza, como los del poema nibelúngico...»

Como un rápido relámpago que desgarra la noche sombría, como un rayo de sol que hubiese disipado la niebla que se amontonaba en torno de su mente, aquella repentina aparición, que evocaba la gloria del pasado, dio valor a la hija del soldado para la lucha, para el trabajo y para el deber.

Huberto Martholl se había reunido a ellos, indudablemente. El casamiento no podía demorarse más, puesto que el señor Aubry estaba ya bueno y los asuntos arreglados... ¡Ah! ¡los terribles, los dolorosos celos atenazaban el corazón y el cerebro de Juan, cuando evocaba aquella hora tan próxima!

Sus puertos y pasos no quedaban en seco; sus costas é islas estaban muchas veces á tan corta distancia, que se veían entre ellas; sus tierras, amadas del cielo, recibían las miradas más dulces del sol. Ferragut evocaba el recuerdo de los hombres que habían surcado este mar en siglos tan remotos que la Historia no hacía mención de ellos.

¡Y si ella lo quisiera!... ¿Lo querría? Nébel, para dilucidarlo, confiaba mucho más que en el ramo de su pecho, en la precipitación aturdida con que la joven había buscado algo para darle. Evocaba claramente el brillo de sus ojos cuando lo vió llegar corriendo, la inquieta espectativa con que lo esperó, y en otro orden, la morbidez del joven pecho, al tenderle el ramo. ¡Y ahora, concluído!

Su sentido evocaba el olor de pavorosa cripta de convento que visitó, siendo niño, en las sierras; veía de nuevo los innumerables esqueletos apilados en la sombra, y alcanzaba aun a pensar con orgulloso espanto en el anónimo de toda aquella leña humana entremezclada por el monástico desprecio.

En torno de su cabeza retocada por la tintura y el colorete, parecía flotar con un nimbo aquella leyenda de triunfos galantes que evocaba su nombre. Las grandes damas disputándosele con sorda guerra; una reina escandalizando a sus súbditos con su ciega pasión por él; dos divas eminentes vendiendo sus diamantes por conservarle fiel en fuerza de regalos.