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Por último, los amigos de Emilia podían observar que Julián hablaba con ella, como con todas, siempre chanceando, siempre en broma, en son de burla, en continua hipérbole, en perpetua exageración, sin emplear jamás esas frases falsamente tímidas, de doble sentido y cobardemente astutas, ni esos discreteos más o menos hábiles en que el hombre funda la estrategia amorosa cuando procede con intención aviesa.

Allí, si aun estuviese de moda la mitología, pudiéramos decir que puso su trono Pomona; y extendiéndonos en esto, y sin la menor hipérbole, bien añadiríamos que Pales tiene su trono en las ermitas, Ceres en los campos que se dilatan entre Baena y Valenzuela, y Baco el suyo en los Moriles, cuyo vino supera en todo al de Jerez.

Atónita y embobada estaba la de Rufete, paseando su alma con las miradas por el interior de la hermosa cajita, y si bien la cantidad no era fabulosa ni mucho menos, por ser todos los billetes pequeños, la pobre joven, que tanto se dejaba llevar de la hipérbole, creía ver pasar por entre los dedos de Joaquinito Pez toda la corriente del dorado Pactolo.

Su nariz no era larga ni chata, ni muy regular ni muy irregular; su boca no era ni grande ni chica; contra sus dientes no podía lanzar nadie un epigrama, pero tampoco, sin hipérbole, podía compararlos con las perlas.

-Eso está de molde -respondió don Quijote-, puesto que yo estoy libre de buscar nombre de pastora fingida, pues está ahí la sin par Dulcinea del Toboso, gloria de estas riberas, adorno de estos prados, sustento de la hermosura, nata de los donaires, y, finalmente, sujeto sobre quien puede asentar bien toda alabanza, por hipérbole que sea.

La observación de Schlegel, calificando de majestuosa hipérbole á esa manera especial de presentarnos la historia romana, no tiene, al parecer, fundamento serio. Las armas de la hermosura. La historia de Coriolano es una de las obras más desgraciadas de Calderón.

Hipérbole usada con frecuencia por los historiadores árabes para pintar la muchedumbre de un ejército. Esta espresion, de que se valió Al-Mu'tamed para significar que mas queria ser prisionero de Yusuf Ibn Taxfin el almoravide, que cautivo de Alfonso, se hizo luego proverbial en Andalucía.

Volaban los tricornios a los balcones; cada cara bonita provocaba floreos interminables, en los que la hipérbole dilatábase hasta lo desconocido; y había muchacho que, impulsado por alguna copita traidora, despreciaba la vulgar invitación de las escaleras y se encaramaba por la fachada, agarrándose a las rejas, para entregar un ramo de flores a la niña y pedirle un duro a la mamá.

Los productos de aguja de las isleñas canarias mezclábanse con la pacotilla chillona venida de Asia. Vendedores andaluces o indostánicos gesticulaban entre los grupos de pasajeros, alabando sus mercaderías con sonora hipérbole española o con un balbuceo mezcla de todas las lenguas.

Decidme, gentil hombre, ¿sedes poeta? Que según faciedes uso de hipérbole, o yo no me apellido Aldonza, o podéis bien facer un poema: andad a vuestro puesto, don Babieca, que eso que vos semejan campañarios habían de ser los mozos gabachos del comendador Núñez, que facen burlas e escarnios ruando por el barrio, como que hoy es martes de antuejo. Idos, idos, e non conturbéis nuestros coloquios.