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Yo estaba afligida al ver el ancho abismo que separa a nuestras almas, pero me esforcé para no dejarlo ver. Realmente, papá, no es culpa tuya... pero... ¿Qué, hija mía? Un día dijiste que si la existencia de Dios no puede ser demostrada, es bueno, sin embargo, obrar como si lo fuese. Mi padre se volvió hacia Máximo.

Con este pensamiento y deseo, aprobé su parecer y esforcé su propósito, diciéndole que lo pusiese por obra con la brevedad posible, porque, en efeto, la ausencia hacía su oficio, a pesar de los más firmes pensamientos.

Esto de tener buena sombra fue mi única ambición desde entonces, y me esforcé con ahínco en alcanzar la ventura de poseerla. Pero mis chistes y equívocos, preparados con anticipación en la soledad de mi cuarto, no tenían éxito feliz en el Oriental. Ni una comedia que también forjé y les leí, reuniéndolos al efecto en casa y regalándolos con cigarros y copas de manzanilla, logró su aprobación.

Turbéme, pegóseme la voz a la garganta, quedé mohína en todo estremo, pero, con todo, me esforcé lo más que pude, y, con voz tembladora y doliente, le dije tantas y tales cosas, que le hicieron suspender la ejecución de tan riguroso castigo.

Me esforcé en hablar tranquilamente a Recalte y en convencerle de que toda la fantasmagoría atribuída a la gruta era sólo para asustar a los chiquillos. Cuando yo me volví me quedé sobrecogido. Aquello parecía la puerta de una inmensa catedral irregular edificada sobre el agua. Dos grandes lajas de pizarra negra la limitaban. Nos acercamos; nuestro estupor aumentaba.

Repetidas veces me esforcé por hacerle hablar; pero sus labios no articularon una sílaba, y sólo en la calle Ancha, al despedirse de , me dijo sombríamente: El amigo que sorprende un secreto mío y usa de él sin mi licencia, no es mi amigo. ¿Usted me conoce? Un poco. Pues suelo reñir con los amigos. Antes de reñir nosotros, ¿quiere usted acabar de perfeccionarme en la esgrima? Con mucho gusto.

En cuanto á , sumamente irritado contra este insaciable tragador de corazones, me hice un placer en contrariar sus proyectos: más de una vez distraje la atención, que trataba de monopolizar, y me esforcé, sobre todo en aminorar en el corazón de la señorita Helouin aquel amargo sentimiento de abandono y aislamiento, que da en general tanto precio á los consuelos que le son ofrecidos. ¿He ultrapasado alguna vez, en el curso de esta lucha indiscreta, la medida delicada de una protección fraternal?

Le falta Lacante en su colección, y Luciana le había prometido procurárselo valiéndose de . Me esforcé por excusar a Lacante con vagas razones, pero Lautrec cortó mi inútil retórica. Si Máximo no trae a Lacante dijo, trae en cambio una novela inédita. ¡Una novela! Veamos, veamos... Señor Cosmes, no puede usted negarse.

Después de uno o dos minutos, empleados en colocar en la cátedra mis libros y unas cuantas notas de que me había provisto prudentemente, y durante los cuales me esforcé por poner en orden mis ideas, empecé bastante penosamente el elogio de mi predecesor, lo que no era materia fácil tratándose del pobre hombre al que sucedo.

Riéronse todos mucho, y yo me esforcé para que no me desmintiese la color, y díjele que tenía deseo de ver aquel hombre, porque me habían dicho infinitos que le era parecidísimo. ¡Jesús! -decía el don Diego-. ¿Cómo parecido?