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La misa de vara iba á celebrarse con toda la suntuosidad de quien tiene gana de gastar y sendos doblones en el arca, grandes pilas de palay en el tambobo, cientos de tinajas de coquillo y aceite en los alambiques y bodegas, y no escaso número de lustrosas parenderas en las tanzas.

Inspección del barrio. La cama del Juez mayor. Cincuenta y dos días de bailujan. El buisan. Los pintacasis. Juntas y cabildeos. Triunfo de la Liceria y de la Chananay. Aliño de un teatro en Tayabas. El cómico de la legua. ¡Ojo con los empresarios! Un día de buen comer. Preparativos de cuaresma. Lapasan. El vino en vaso y el coquillo en tabo. El tapatan mang pasion. Moros y cristianos.

Y eso que al Duque continuó, maldito lo que se le importa. Está loco por la Princesa y no habla más que de cortarle el pescuezo al coquillo. Bueno era saberlo. Y si yo le hago ese servicio ¿sabe usted lo que me ofrece? La pobre mujer elevó ambas manos sobre su cabeza, no si suplicante o desesperada.

En los aristocráticos lapasan, se bailan habaneras y rigodones, se cantan trozos de ... cualquier cosa, y se bebe vino de Europa en vaso: mientras que en los lapasan tradicionales, en los puros tagalos, se empina coquillo, se baila cumintang, se canta cutang-cutang, se bebe en tabo, se come lechón, y por todo mantel está el verde césped, por todo tenedor los cinco dedos, y por todo pan sendas pelotas de morisqueta.

Se principia por un chocolate serio que preside el Alcalde acompañado de toda la colonia española, y concluye con las heces del coquillo que apura el tanor, y los últimos huesos que roe el pretendiente á cuadrillero. Desde el chocolate al hueso, desfilan en perfecto orden de categorías, todos los que existen en el pueblo.

Van completamente desnudos y se cubren con un taparrabos de cortezas de árbol; los que tienen trato más frecuente lo usan de tela, y llevan además un pedazo de coquillo de colores ó de manta echado sobre los hombros y se suelen poner un pañuelo en la cabeza.

Las paredes están cuajadas de pabellones de coquillo colorado, bombas, farolillos, vasos, y guirnaldas de ramaje ó flores de papel. En un rincón se ostenta una lujosa arpa; esto ya quiere decir algo. El centro de la sala lo ocupan dos mesas: en la una están los platos, botellas y repuestos de todas clases. La otra, ¡ah! la otra merece mucha atención. ¡Es la mesa oficial!

Todos van provistos de bombones en que rebosa la sangre de cerdo, ó la espuma del coquillo, y ninguno deja de llevar tremendos tasajos de todas las carnes comibles, conocidas en la localidad. A paso largo se dirigen á sus respectivas sementeras, y á buen seguro que prueben un solo bocado de carne hasta que la altura de la luna, ó el canto del gallo anuncie haber mediado la noche.

Leídas que fueron las solemnes palabras de San Pablo, Bindoy miró de reojo á Nínay, el cura bendijo la unión de ambos, y todos contentos y satisfechos regresaron á la casa de la desposada, en la que el pobre marido, antes de entrar en posesión de su mujer, tiene que sufrir nueve ¡nueve! interminables días, por supuesto con sus correspondientes noches de baile, cutang-cutang, coquillo y demás agasajos que para el pobre Bindoy son otras tantas mortificaciones.