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Se llamaban, como va dicho, Santa María y San Pedro; su historia anda escrita en los cronicones de la Reconquista, y gloriosamente se pudren poco a poco víctimas de la humedad y hechas polvo por los siglos. En rededor de Santa María y de San Pedro hay esparcidas, por callejones y plazuelas casas solariegas, cuya mayor gloria sería poder proclamarse contemporáneas de los ruinosos templos.

Brunetiere afirma que Pablo Hervieu tiende á crear la tragedia moderna, despojándola de aquel aburrido carácter histórico que siempre tuvo. Esta es la gran novedad de su obra. ¿Acaso las costumbres contemporáneas son incapaces de remontarnos á la emoción trágica? ¿Acaso lo irremediable ha huído de la vida?

Mi tía Medea había tomado parte en dos revoluciones chingadas y pertenecía a la oposición. El único puesto público que conservaba, era el de la Sociedad Filantrópica, donde la fila de sus contemporáneas se había raleado notablemente. Una nueva generación política y literaria había invadido la tribuna, la prensa y los cargos públicos.

En aquel territorio, la perversión del sentido moral llega á su más alto grado; allí se encuentra organizado por los que representan el progreso un plan de explotación cual no se registra otro ejemplo en las colonias contemporáneas, manteniendo á sus habitantes en el mismo estado de atraso en que hace siglos se encontraban, con la sola diferencia de que en época más remota fueron los árabes la raza superior y explotadora; y hoy se encuentra en el pleno goce de tan inícuo monopolio, una de las naciones que, si no por su extensión territorial, por su cultura, blasona en Europa de encontrarse á la cabeza del progreso intelectual.

Basta, pues, lo dicho para que aproximadamente se pueda formar juicio de la riqueza que atesoraron las casas sevillanas en el siglo XVI, bien distinta, ciertamente, de las contemporáneas.

Gabriel reconocía sus esculturas groseras como contemporáneas de la puerta del Reloj y de las primeras obras de la catedral. Vea usted. En los primeros medallones, Adán y Eva van desnudos como gusanos. Pero el Señor los arroja del Paraíso. Tienen que vestirse para ir por el mundo, y mire lo que hacen apenas se ven con ropas.

Hay que admirar la fuerza y salud robustísimas que le permitieron producir una de las más copiosas obras literarias que posee la humanidad, como por juego, sin que en momento alguno se advierta fatiga ni esfuerzo; hay que admirar el caudal de simpatía, el hechizo para la conversación y trato de gentes que se manifiesta en sus cartas y nos hace comprender el perenne afecto que sintió hacia él el Duque de Sessa, y sus triunfos amatorios cuando ya ni la edad ni el hábito permitían esperar tales cosas; hay que admirar una inmensa capacidad de saber, un conocimiento de cosas antiguas y contemporáneas absolutamente sin igual, una potencia retentiva y un don de observación que tocan en lo fabuloso.

Lo demás está escrito en el alma de sus hijos, en las tradiciones de la humilde aldea en que vivió por espacio de cuarenta años, y en los recuerdos siempre sonrientes como ella, de aquella sociedad verdaderamente ática de Mâcón, donde su recuerdo cuenta tantos amigos como mujeres contemporáneas suyas existen.

También han sido reforzados sus arcos en estos últimos tiempos con tal arte y habilidad, que no falta ni una sola piedra del sitio que ocupaba hace trescientos años. Viejísimas hiedras, contemporáneas, sin duda, del primer convento, visten por completo las recias tapias que forman el compás ó atrio en que nosotros echamos pie á tierra, y desde donde contemplábamos la morada del César.

Genoveva tiene razón, Magdalena. Conozco personalmente solteras, contemporáneas mías, cuya juventud se ha pasado en repetir a todas sus relaciones: «Cáseme usted... Por Dios, encuéntreme usted un marido... No se olvide usted de Esto se repite al principio con compasión, después con un dejo de burla y luego con un desdén acentuado.