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Los mismos; MÁXIMO por el foro, presuroso, con planos y papeles. MÁXIMO. ¿Estorbo? EVARISTA. No, hijo. Pasa. MÁXIMO. Dos minutos, tía. DON URBANO. ¿Vienes de Fomento? MÁXIMO. Vengo de conferenciar con los bilbaínos. Hoy es para un día de prueba. Trabajo excesivo, diligencias mil, y por añadidura la casa revuelta. EVARISTA. ¿Pero qué te pasa?

El ferrocarril, que estaba trazado y nivelado, era infinitamente mas notable por las dificultades que habia que superar. Esa será una bella obra, que honrará tanto á los ingenieros como á los bilbaínos. Eran las seis de la mañana cuando la diligencia llegaba á las alturas de la pequeña villa de Ochandiano, situada casi en el corazon de los Pirineos vascongados.

Había que correrles, echándoles el dinero á las narices; así aprenderían á no ir otra vez con retos á los bilbaínos de las minas. La partida, el domingo al amanecer, fué casi una espedición triunfal. El Chiquito había salido el día antes con varios de sus admiradores para estar bien descansado en el momento de la apuesta.

La alegre ciudad, cuyo aspecto es el de una perpetua sonrisa, miraba desde sus murallas el vuelo de aquellos mosquitos, y aunque picaran, los recibía con coplas donosas, como los bilbaínos de la presente época. Cuando el bombardeo hizo verdaderos estragos, los llantos y lágrimas perdiéronse en el bullicioso rumor de aquel hervidero de chistes. Pero eran contadas las desgracias.

Los bilbaínos se dijeron: «Hagamos con nuestros propios recursos un ferrocarril que nos ponga en comunicacion con Madrid y Burdeos, ligándolo al que debe pasar por Irun y BúrgosLa suscricion quedó abierta inmediatamente, y en una semana los vecinos de Bilbao llenaron la suma de 3,500,000 pesos presupuesta. ¡Y Bilbao cuenta apénas 16,200 habitantes!

El silencio con que acogían su victoria molestábales más aún que los gritos irónicos de algunos forasteros, que parodiaban la fanfarronería de los bilbaínos, ofreciendo un duro por un real, en favor del guipuzcoano. Terminó la lucha sin la explosión de entusiasmo que esperaba Aresti.

Iba á comenzar la parte más interesante de la fiesta. Los mineros bilbaínos, rojos y sudorosos en su digestión de ogros, fumando como chimeneas y eructando el champagne, ocuparon los mejores sitios desafiando á todos con sus retos. ¡A ver! ¿quién quería apostar? No había que tener miedo por cantidad más ó menos: había cartera de sobra para todos.

Esperemos que, en una próxima legislatura, Bilbao se haga representar en Cortes por un socialista de otra clase: un socialista para millonarios. La idea de un socialismo para millonarios no es mía, sino de Bernard Shaw. Permítaseme adoptarla, sin embargo, para brindársela a los capitalistas bilbaínos. Los capitalistas bilbaínos están completamente desamparados frente a sus obreros.

Una prueba muy perentoria de lo que hace allí el interes individual y social sin trabas, la han dado los bilbaínos hace poco tiempo. Santander emprendió su ferrocarril, que debia darle la ventaja sobre Bilbao, en cuanto al comercio, exterior; al mismo tiempo que esta plaza se veia amenazada de decadencia, por haberla reemplazado Alicante, casi totalmente, en la famosa pesca de bacalao.