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El brigadier Rivera, que ostentaba en su pecho los días de besamanos la cruz laureada de San Fernando, gemía en una esclavitud insoportable.

Continuó el besamanos y me saludaron también todos los miembros del cuerpo diplomático extranjero, entre ellos lord Tofán, el Embajador inglés, en cuyos salones de la Plaza Grosvenor de Londres, había bailado yo una docena de veces. A Dios gracias, el buen señor era medio cegato y no se dio por entendido.

A la par de la destrucción de todas las instituciones que nos esforzamos por todas partes en copiar a la Europa, iba la persecución al frac, a la moda, a las patillas, a los peales del calzón, a la forma del cuello del chaleco y al peinado que traía el figurín; y a estas exterioridades europeas se sustituía el pantalón ancho y suelto, el chaleco colorado, la chaqueta corta, el poncho, como trajes nacionales, eminentemente americanos, y este mismo don Baldomero García que hoy nos trae a Chile el Mueran los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios, como «signo de conciliación y de paz», fué botado a empujones del Fuerte un día en que, como magistrado, acudía a un besamanos, por tener el salvajismo asqueroso e inmundo de presentarse con frac.

Ved estas manos justicieras, vedlas y besadlas.... Y vendrán todos... toditos a besarme las manos. Y será un besamanos, porque hay tantos, tantísimos...». Al llegar a este grado de su lastimoso acceso, el infeliz Ido ya no tenía atadero.

Y vos, secretario, responded al duque mi señor y decidle que se cumplirá lo que manda como lo manda, sin faltar punto; y daréis de mi parte un besamanos a mi señora la duquesa, y que le suplico no se le olvide de enviar con un propio mi carta y mi lío a mi mujer Teresa Panza, que en ello recibiré mucha merced, y tendré cuidado de servirla con todo lo que mis fuerzas alcanzaren; y de camino podéis encajar un besamanos a mi señor don Quijote de la Mancha, porque vea que soy pan agradecido; y vos, como buen secretario y como buen vizcaíno, podéis añadir todo lo que quisiéredes y más viniere a cuento.

De lo que ella gustaba, era de reunir en torno suyo lo más selecto de los caballeros, y lo había conseguido. Sus salones parecían un club, que tenía a una mujer por presidenta, o regio alcázar donde figuraba ella como reina en día de besamanos.

Despues se les lleva de casa en casa á visitar á los parientes para el besamanos; allí tienen que bailar, cantar y decir todas las gracias que sepan, tengan ó no humor, esten ó no incómodos en sus atavíos, con los pellizcos y las reprensiones de siempre cuando hacen alguna de las suyas. Los parientes les dan cuartos que recogen los padres y de los que regularmente no vuelven á tener noticia.

Pero el que se quiera hacer de un criado un estado ceremonial; que se quiera hacer de la servidumbre una carta aristocrática; que de un restaurant se pretenda hacer un centro de etiqueta, etiqueta que por respetos tradicionales se sufre hoy difícilmente en una recepcion de embajadores: en menos palabras, que del acto simple y neto de comer en una casa pública, se pretenda hacer una especie de besamanos palaciego, es una cosa que me repugna y me entristece. ¿No tenemos bastante todavía? ¿Queremos añadir el privilegio del frac y la corbata en el servicio de una fonda?

Nosotros debemos procurar que Frontaura ignore nuestra llegada á su ínsula, á fin de sorprenderlo y de poner en solfa á sus esbirros é inquisidores. Pues entonces optamos por no asistir al besamanos oficial, y luego iremos con ustedes á ver á Frontaura. ¡Admirable idea! De este modo podrán ustedes hacernos el obsequio de acompañarnos ahora mismo á visitar la Universidad.....

Creemos que no; pero, aunque el Gobernador la supiera, no podría acudir á ustedes hasta las dos de la tarde. Hoy es el cumpleaños de la reina D.ª Isabel II, y, con tal motivo, hay besamanos en el Gobierno civil; ó, mejor dicho, el Gobernador recibe corte. Si quieren ustedes, nosotros, cuando vayamos á la recepción, le diremos que están aquí. ¡De manera alguna!