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Deseaban terminar pronto y estaban seguros del triunfo. ¿Para qué hacer uso de procedimientos nuevos?... Pero lo del Marne torció sus planes: de agresores tuvieron que pasar á la defensiva, y entonces emplearon todo lo que su Estado Mayor había aprendido en las campañas de japoneses y rusos, iniciándose la guerra de trincheras, la lucha subterránea, que es lógica, por el alcance y la cantidad de disparos del armamento moderno.

A poco, quince o veinte hombres salieron de repente de entre las yerbas y en dos o tres saltos llegaron hasta los horcones de la cabaña, que comenzaron a golpear furiosamente con sus parangs. En un momento siete u ocho de los horcones cayeron a tierra. Veíase a los agresores a través de las viguetas del piso. ¡Fuego! gritó el Capitán.

Escuchaba Ginés todo aquel chaparrón de insultos con cierta resignación, limitándose á contestar alguna vez al marquesito, aconsejándole la calma, cosa que también el criado hacía, lo cual tomó el joven caballero á poquedad y achicamiento de ánimo, por lo que, exaltándose más y más, llegó á levantar su espada con intención de descargarla sobre el prudente Ginés, lo cual ya acabó con la medida de su paciencia, y colmada con creces, se retiró á su domicilio, que no estaba muy lejos del de su señoría; pero al llegar á este punto dejaré la palabra á un historiador, que dice: «El Francisco Ginés entró en su casa y trajo su espada, y embistió con el marqués de Buenavista, y apartándolos los que se hallaron allí, el criado le dió una herida mortal, de la cual murió dentro de dos días ó tres; y los agresores escaparon; y andando el tiempo, dentro de un año se libró el Ginés y el criado se desapareció

Un momento después acababa de echarla abajo el gigantesco arquero y los fugitivos entraron por fin en aquel momentáneo refugio. ¡Vos arriba, señora! exclamó el barón indicando á Doña Leonor la escalera de piedra, en tanto que Duguesclín y sus compañeros derribaban malheridos á los cuatro agresores más próximos.

Dáse el grito de alarma, é invaden tumultuosamente los salones del alcázar. Los esclavos del califa son los primeros en caer bajo la punta de los puñales. Se adelantan luego los agresores hasta el mismo Abd-el-rhaman; pelean con él unos instantes, le derriban al pavimento, le cosen á estocadas hasta oirle exhalar su último suspiro.

Llegó á tan alto grado el encono de sus adversarios políticos, que conjurándose contra él, dominados por el criminal objeto de arrancarle el mando con la vida á un mismo tiempo, apellidándole tirano de la patria, el 25 de Setiembre atacaron de mano armada en Bogotá el palacio á la hora de la media noche, despues de asesinar á los centinelas, y lograron penetrar hasta la estancia del Libertador; afortunadamente pudo este salvarse arrojándose á la calle desde una ventana que por falta de prevision de parte de los agresores habia quedado sin custodia alguna.

En mi calidad de viejo marino, me abstuve por completo y di mis poderes al abate Mazdel, que, en un traje ligerísimo y con unos enormes bigotes pintados con betún, se debatía denodadamente contra los infinitos agresores que lo cubrían de agua y harina. El comandante no puede recuperar el mando del buque hasta el momento en que hace dar la campana la señal de haber terminado la fiesta.

Llegó allí un Mapono con otros de su profesión y á muchos golpes de macana la hicieron pedazos, ultrajándola con cuantos escarnios y afrentas sabe y puede hacer y decir un celo diabólico; pero fué muy á costa de los agresores, porque en breve pagaron con muerte desastrada su delito.

Si un solo hombre se viese acometido por cuatro ó por más locos furiosos, mejor armados y con mayores medios de defensa y de ofensa, y los cuatro le insultasen, y además quisiesen con amenazas intervenir en los negocios de él y hasta disponer y apoderarse de su hacienda, el hombre así atacado lo primero que haría sería prescindir de los insultos y procurar pidiendo auxilio y por todos los medios rechazar las injustas pretensiones y exigencias de sus poderosos agresores.

Un movimiento hábil de los agresores, el uso de un camino apartado, tal vez un repliegue de la línea alemana, había permitido á los franceses colocar sus cañones en una nueva posición, batiendo de flanco á los ocupantes del castillo. Fué una fortuna para don Marcelo el retardarse unos minutos al borde del foso, abrigado por la masa del edificio.