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Actualizado: 10 de julio de 2025


Quedóse el jinete frío de espanto, agarrado al arzón, sin atreverse ni a registrar la maleza para averiguar dónde estarían ocultos los agresores; mas su angustia fue corta, porque ya del ribazo situado a espaldas del crucero descendía un grupo de tres hombres, antecedido por otros tantos canes perdigueros, cuya presencia bastaba para demostrar que las escopetas de sus amos no amenazaban sino a las alimañas monteses.

Tan singular comedia no podía subsistir por mucho tiempo, porque los filipinos nunca podíamos ser los agresores de las fuerzas americanas, cuya amistad habíamos jurado, y en cuyo poder esperábamos hallar la protección necesaria para recabar de las otras potencias el reconocimiento oficial de nuestra Independencia.

Pues os habéis equivocado, Guzmán. En efecto, aquel hombre era el sargento mayor don Juan de Guzmán, el mismo á quien la noche antes hemos visto al lado de la mujer del cocinero mayor. Es singular lo que está sucediendo á don Rodrigo dijo Guzmán . Todos le abandonan. El duque de Lerma, sabe quiénes son los agresores, y no manda proceder contra ellos. Vos recibís la noticia como si...

Esperimentóse la misma tragedia en el pueblo de Caracoto, provincia de Sicasica, donde la sangre de los españoles, derramada en la iglesia, llegó á cubrir los tobillos de los sacrilegos agresores: en el de Tapacari provincia de Cochabamba tuvieron igual suerte los que la habitaban: llegando la crueldad de los rebeldes á tanto exceso, que quisieron enterrar vivas á las mugeres españolas, para lo que tenian ya abierto un hoyo en la plaza, capaz de enterrarlas á todas.

Allí encontraron las tiendas del viejo Caleliyan con una mitad de su gente, que no sabiendo lo que habia pasado, estaba durmiendo sin la menor sospecha de peligro, y entonces sin examinar si estos eran ó no los agresores, hicieron fuego sobre ellos matando, muchos con sus mugeres é hijos.

A este tiempo se reconoció ya que los agresores eran ingleses, con que viniendo ellos á nuestra capitana, se les hizo demostración del pasaporte de la reina Ana que traía, y dejaron pasar libres las naves.

La madre de éstos, D.ª María Rodríguez, buscando á los agresores y hallándolos en tierra de Portugal, adonde se habían refugiado huyendo de la justicia, tomó sangrienta venganza en ellos, cortándoles las cabezas y entrando con ellas triunfante en Salamanca.

Los agresores huían, se desbandaban, y arrepentidos de su hazaña al verse solos, pensaban aterrados, con el fácil cambio de impresiones de la infancia, en aquel pájaro que lo sabía todo y en lo que les guardaba don Joaquín para et día siguiente. Mientras tanto, los tres hermanos seguían su camino rascándose las descalabraduras de la lucha.

Pero como el abofeteado tenía amigos en la escuela, al ver la bandera encarnada, echáronse sobre los agresores y se armó la gorda. Eso explica, lector, ese cuadro, verdadero campo de Agramante, que has visto al asomar al gran salón; por eso gimen unos, brincan otros, vocean todos, y se cruzan por el aire libros, plumas, almadreñas y tinteros.

Aun hoy, los descendientes de aquellos desgraciados, sitiados de generación en generación, no se atreven á construir sus habitaciones en medio del campo. Libres eran los altos valles de la montaña, libres los montañeses, pero fuera de los pasos estrechos donde nunca se arriesgan impunemente los agresores. Un promontorio casi aislado sostenía el castillo del barón.

Palabra del Dia

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