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Actualizado: 28 de junio de 2025


Don José habia trabajado en casi todos los puntos de España y de sus Indias después, encontrando pequeña su patria para su gloria, había ido a otros paises, hasta que, viéndose perseguido, tuvo que meterse en el barco negrero, cosa que le repugnaba profundamente por sus sentimientos de humanidad.

Vamos a ver qué haces esta tarde decían con su fervor de creyentes . La afición espera mucho de ti. Vas a quitar muchos moños... A ver si estás tan bueno como en Sevilla. Fueron despidiéndose los admiradores, para almorzar en sus casas y llegar temprano a la corrida. Gallardo, viéndose solo, se dispuso a subir a su cuarto, a impulsos de la movilidad nerviosa que le dominaba.

Eva, con sus ojos de mujer curiosa, no tardaba en descubrir la carita mofletuda que le estaba espiando medio oculta en las espesuras del follaje. Entonces, iniciando una de sus más hermosas sonrisas, lo llamaba: Oye, chiquitín, ¿vienes de allá arriba? ¿Cómo está el Señor? Viéndose descubierto, el niño celestial se aproximaba hasta dejarse caer sobre las rodillas de nuestra madre.

Y al mismo tiempo que un secreto sentimiento, la vergüenza, le hacía apartar la vista, el instinto y el hábito de la investigación le aconsejaban insistir en su actitud para que la acusada, no viéndose ya observada, descuidara contener la impresión verdadera que le causaba aquella revelación.

Diana oculta á su amante en un nicho inmediato á su aposento, en donde permanece muchos días, hasta que huye viéndose en peligro de ser descubierto. Los amantes acuerdan entonces usar de una nueva astucia, que promete ser el remate y corona de todas. Diana sale de su casa disfrazada y con velo, sin ser vista de su hermano, mientras la espera Lisardo.

Toda la última parte de su diario está llena de la idea de la muerte. ¿Se asombra usted de que, viéndose en un camino sin salida, pusiera esa idea en práctica? Lo dijo, lo escribió; pero, en el momento de ejecutar el acto, la idea de Dios debió detener su mano. ¡La idea de Dios le detuvo muchas veces la mano; pero llegó un momento de dolor intolerable, y se mató! ¿Sin dejarme una palabra?

Llegó á Tarija, y alcanzando de los Regidores una compañía de soldados, se volvió lo más presto que pudo, llevando por su compañero al P. Juan Bautista de Zea; y aunque el camino era áspero y peligroso y la poca comodidad con que trataban su cuerpo estos Evangélicos operarios les hacía más trabajoso el caminar, con todo eso estaban insensibles á toda molestia y trabajo por la abundante copia de delicias celestiales de que gozaban, bautizando en aquellas soledades gran número de niños y no pocos adultos que viéndose ya cercanos á la muerte, cambiaban de buena gana la vida con esperar la eterna bienaventuranza.

Alguna vez su espíritu supersticioso llegaba a imaginar si un demonio tentador habría venido a alojar en el cuerpecito endeble de aquella valenciana. Después de anunciar tres o cuatro veces que se marchaba, sin llevarlo a cabo por impedírselo ella, viéndose al cabo libre de sus brazos, se levantó de la butaca. La despedida fue larga como siempre.

El verro, viéndose aplaudido, extremaba los movimientos y contorsiones, persiguiendo a su pareja, saliéndola al paso, envolviéndola en la complicada red de sus movimientos, mientras Margalida giraba y giraba con la vista baja, evitando el encuentro de sus ojos con los del temible galán.

El capitán conocía este mar como si fuese un lago de su propiedad. Llevó el vapor por fondos escasos, viéndose los escollos tan cerca de la superficie, que parecía un milagro que el buque no chocase en ellos. Sólo un par de metros quedaban entre la quilla y las rocas sumergidas. Luego, el agua dorada tomaba un tono obscuro, y el vapor seguía su avance sobre enormes profundidades.

Palabra del Dia

rigoleto

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