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Si alguna vez caían sobre su turbada pupila los fatigados párpados, como deslumbrada la vista que admiraba de continuo el panorama espléndido de una vida toda virtud y caridad, al hundir la mirada en los abismos de su alma, encontraba, semejante a un resplandor en el fondo de una sima, la luz que le guiaba a sus destinos.

»-Por ahora será imposible -dijo Leonela-, según estoy de turbada; déjame hasta mañana, que entonces sabrás de lo que te ha de admirar; y está seguro que el que saltó por esta ventana es un mancebo desta ciudad, que me ha dado la mano de ser mi esposo.

Le han escamado los usureros. ¿Sabes que me da lástima? Es lo que llaman un buen muchacho, servicial, amable, cariñoso, débil, y que no hace daño a nadie más que a mismo». Isidora, turbada y nerviosa, varió la conversación y fingió ganas de reír. «¡Ah!, me han dicho que te casas. ¿Es verdad? Eso dicen, . Y cuando el río suena, boda lleva. ¿Con la del notario? Con la de Muñoz y Nones.

La nariz, la boca y la barba se parecían mucho a las del Magistral. Un mantón negro de merino ceñido con fuerza a la espalda angulosa, caía sin gracia sobre el hábito, negro también, de estameña con ribetes blancos. Parecía doña Paula, por traje y rostro, una amortajada. Petra saludó un poco turbada. Doña Paula la midió con los ojos, sin disimulo.

respondió Leila turbada y presintiendo la ira de su padre, á la mentira por primera vez llevada; que aunque sencillas alienten la pureza y el candor, para defender su amor las mujeres, todas mienten. ¡No lo sabes! ¡Mas Dios santo! Jucef con fiera sorpresa añadió ¿qué sangre es esa en tu seno y en tu manto?

¡Tengo recuerdos atroces! añadió el joven insistiendo. Después, con un acento conmovido, añadió: Sois una joven llena de bondad y delicadeza, a quien estimo en extremo, pero esos motivos no puedo decirlos, ni a vos misma. Levantose Juana algo turbada y alzando su tapado: Creo que me comprometo dijo risueña.

¿Yo? repuso en el colmo del asombro. ¡Usted que se quiere quedar conmigo! Estaban solos: el dependiente, que no era viejo ni feo, tenía las manos apoyadas en el mostrador; ella estaba turbada, recelosa, esforzándose por sonreír, y agitada por un presentimiento incomprensible.

Estremecida por este pensamiento, Liette tomaba la pluma y escribía: «Señor condeDespués se detenía de nuevo indecisa y turbada. ¿Qué hacer? Estaba dando vueltas en la mente por centésima vez a esta cuestión, cuando se paró a la puerta una «charrette» inglesa y Eva apareció en el umbral conmovida y agitada. La joven, sin más preámbulos, se echó en los brazos de la anciana admirada.

Levemente turbada, sin mirarle, Coca le repuso: Un amigo de Ignacio... Creemos que ahora está con él en el campamento de Mendoza, pues era de su mismo batallón... Viniendo en auxilio de su hermana, Laura agregó: Lo conocimos y tratamos mucho en casa de tía Viviana, a donde iba casi diariamente.

Sentí la diestra de Sarto sobre mi hombro y que decía, con turbada voz: ¡Por Dios vivo! Es usted más Elsberg que todos ellos. Pero yo he comido el pan del Rey y mi deber es servirle. ¡Iremos a Zenda! Le miré y tomé su mano. Ambos teníamos lágrimas en los ojos. Asaltábame una tentación terrible. Quería que Miguel, obligado a ello por , diese muerte al Rey.