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Su única ocupación fué bostezar leyendo libros viejos, regar su pequeño jardín y hacer comparaciones entre su vejez y la de su ama de llaves. Un día, vió turbada esta soledad. Le visitaron los organizadores de un banquete en honor de «nuestro poeta», con motivo de la nueva condecoración que le había concedido el gobierno.

Y entonces principió para los dos cómplices esa existencia turbada, mezcla de embriagueces y de amarguras, de olvidos y de remordimientos, de secretas concupiscencias y de terrores secretos que es la vida misma de los amores culpables.

Estaba en un desierto; rodeábale una noche. ¿Qué había dicho? Nada. Y había hablado mucho. Aquello fué como si diera golpes en el vacío, como si hiriera en una sombra creyéndola cuerpo humano, como si hubiera encendido un sol en un mundo de ciegos. Bajó con el alma atribulada, oprimido el corazón, ardiente y turbada la cabeza, bañado el rostro en sudor frío.

Esforzad, esforzad la turbada vista y descubrireis más rostros conocidos y simpáticos.

Hoy estamos á primeros de Abril; el primero de Mayo á las doce de la noche en punto, estaré en esta reja. Adiós. ¿Os vais? ... Y si os dijese que... que os amo... dijo con gran dificultad la duquesa. Yo que no me amáis; yo que mentís... perdonadme, pero esta es la verdad; que mentís para arrancarme mi nombre; vos no me amáis. No... no miento exclamó toda turbada la duquesa.

Lucía le dijo en voz algo turbada múdate de ventanilla, hija mía, córrete acá; ahí te da el sol de lleno, y es tan malsano.... Levantose Lucía con automática rigidez, pasó al lado opuesto del departamento, y dejándose caer de golpe, tornó a cubrir el semblante con el fino pañuelo, y se oyeron otra vez sus sollozos y el anhelar de su seno juvenil.

Hoy se casan los pajaritos murmuró Baltasar después de un breve instante de silencio. Día de la Candelaria.... Hoy se casan repitió ella con turbada voz, sintiendo en la palma de la mano el calor de la diestra de Baltasar, que amorosamente la oprimía.

Una reparadora siesta era el epílogo de la oración con que a Dios se daban gracias por tantos beneficios. Se trabajaba otro poco por la tarde, se cenaba concienzudamente tras el rosario, y un sueño tranquilo reinaba a las once en todos los ámbitos del edificio, donde la calma de este género de vida no se veía turbada sino en las vísperas de las grandes festividades de la Iglesia.

Y habéis de considerar que en el tiempo de este noviciado podría ser que cobrásedes la vista, que ahora debéis de tener perdida, o, por lo menos, turbada, y viésedes que os convenía huir de lo que ahora seguís con tanto ahinco; y cobrando la libertad perdida, con un buen arrepentimiento se perdona cualquier culpa.

Me parece que oigo la voz de mi prima. ¡Oh! pues dejadme hacer, fingíos muy turbada. Quevedo no pudo decir más.