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Las calles están solitarias; de algunas tiendas, acá y allá, se escapan resplandores mortecinos. Las puertas aparecen cerradas. Se oyen de cuando en cuando los golpes de los aldabones. Una puerta se abre, torna a cerrarse. Este es un casino amplio, nuevo, cómodo. Está rodeado de un jardín; el edificio consta de dos pisos, con balcones de piedra torneada.

Pero lo raro es que en aquel salón no había nadie más que yo, que me paseaba en traje de etiqueta, viendo repetirse mi imagen en todos los espejos. El silencio era casi absoluto. Mis pies se hundían en la mullida alfombra sin producir ruido. Al cabo de algún tiempo observé que se abría una puerta y aparecía en ella la torneada figura de la condesa, rica y elegantemente vestida.

Algunas veces, por desgracia, el príncipe ruso vestido con pieles finas o el noble escocés que lucía torneada y robusta pantorrilla con media de cuadros brillantes, se convertían de repente en un caballero enfermo del hígado, pálido, delgado, tocado con sombrero de jipijapa, que se despedía de la señora de sus pensamientos diciendo: «Adiosito.

Diole en la nariz cierto husmillo a gloria a Miguel de Cervantes, porque de una pequeña parte que vio, sacó un todo de perfecciones; y fue aquella pequeña parte una mano blanquísima, enriquecida con hermosos cintillos, que descansando iba, y por debajo de las cortinas, en la portezuela de la silla de manos; mano de alabastro, torneada; mano que hablaba en favor del brazo, y que, siguiendo por él, hacía soñar en un cuerpo humano poco menos que divino.

Añádase a estas perfecciones brevísimo pie, torneada pantorrilla, cintura estrecha, aire de taco y sandunguero, de esos que hacen estremecer hasta a los muertos del campo santo. La moza, en fin, no era boccato di cardinale, sino boccato de concilio ecuménico. Paréceme que con el retrato basta y sobra para esperar mucho de esa pieza de tela emplástica, que

El Magistral de pies, en el umbral de una puerta, con una colgadura de terciopelo cogida y arrugada por su blanca mano, se inclinaba con gracia, sonreía, y movía la cabeza pequeña y bien torneada diciendo: no con el gesto... con cierta coquetería epicena. ¡Anda, papá! sujétale decía Olvido con voz suplicante, arrastrando las sílabas que parecían salir de la nariz. Imposible.

Y no es solo en la casa del que va ó en la del que vuelve, donde se cambia el desnudo petate por la torneada cama, el comistrajo indígena por los sazonados manjares, las humildes telas por las costosas sedas, si que también esos mismos cambios se operan en las casas de los vecinos que observan y copian con orgullo todo cuanto procede de Europa.

Con la osadía del cortesano corrido, llegó a apoderarse de una de sus manos y a retenerla entre las suyas. Sorprendiose al observar que la niña no la retiraba. Era una mano de virgen, maciza y fría, un si es no es grande, pero perfectamente torneada: le hizo recordar las de la generala, largas y descarnadas y siempre ardorosas.

Más allá, por la madrugada, cuando retirado en la serre tomaba apresuradamente algunas notas, acercósele Butrón, rendido y satisfecho, como el caudillo después de la victoria, y adelantando la torneada pierna que el calzón corto y la media de seda negra ceñían por completo, haciendo ondular con juvenil garbo la airosa capa veneciana, díjole con entonación solemne, con misterio profundo, metiéndole la punta de la nariz dentro de la oreja izquierda: ¡López!... ¡Mucho ojo!... Su compte-rendu de usted nos asegura el triunfo... Que toda esa gentecilla cursi vea su nombre en La Flor de Lis, ensalzada por el reporter elegante de los salones, y es nuestra para siempre... ¡Fuera escrúpulos!... ¡La de Martínez, bellísima!... ¡La García Gómez, encantadora!... Esta que viene aquí, un portento; la Victoria Colonna, de este siglo...

Descubierta tenía ya S. A. la bien torneada pierna, había estirado ya la blanca media de seda, y se preparaba a sujetarla con la liga que tenía en la mano, cuando oyó un ruido de alas, y vio venir hacia ella el pájaro verde, que le arrebató la liga en el ebúrneo pico y desapareció al punto. La Princesa dio un grito y cayó desmayada. Acudieron los pretendientes y su padre.