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Se dan casos en que el abolengo conocido es corto y el llanto del niño demasiado largo, y en este caso se barajan los nombres á gusto del oficiante. En los casamientos por el contrario las fórmulas ya son más complicadas y costosas.

Porque se puede prever, desde ahora, la universal superabundancia de capacidad humana para los problemas de la vida humana, que sobrevendrá cuando hayan desaparecido del todo, con la clase sacerdotal que los explota, los problemas de la vida futura, que hoy consumen todavía parte tan considerable de la energía humana en costosas ceremonias absolutamente inútiles y en afanes sobre el vacío para hallar las más diversas y disparatadas soluciones ilusorias de lo insoluble.

En un principio dudó por ver tales hechizos rodeados de prendas costosas, lazos y perifollos caros.

Y no es solo en la casa del que va ó en la del que vuelve, donde se cambia el desnudo petate por la torneada cama, el comistrajo indígena por los sazonados manjares, las humildes telas por las costosas sedas, si que también esos mismos cambios se operan en las casas de los vecinos que observan y copian con orgullo todo cuanto procede de Europa.

La vida cada vez más cara, las exigencias del rango social muy costosas, y sobre todo, los hijos, ¡ay, los hijos...! ¿ sabes, Juanito, lo que me costáis?

Las niñas tenían preparados sus trajes de «manola», y un sinnúmero de veces se habían ensayado ante el espejo para aprender a colocarse con naturalidad y buen gusto la blanca mantilla de blonda. En cuanto a las dos mamas, pensaban lucir obscuros trajes de seda, con costosas mantillas negras, regaladas a las dos por el señor Cuadros. Llegó el día de la primera corrida.

Enormes lápidas de piedra con caracteres latinos cantaban la gloria de los diversos príncipes soberanos que habían hecho construir estas costosas obras de defensa, ahora anacrónicas é inútiles. Lubimoff esperaba ver surgir de las garitas algún granadero de uniforme blanco y vueltas de grana, llevando sobre el negro mostacho y la peluca con polvos una mitra de oro.

Notad cómo el cielo, por desusados y a nosotros encubiertos caminos, me ha puesto a mi verdadero esposo delante. Y bien sabéis por mil costosas experiencias que sola la muerte fuera bastante para borrarle de mi memoria.

Los nombres que brillaban en letras de oro sobre la blancura láctea del mármol hacían soñar en fiestas elegantes, amorosas entrevistas, tocadores lujosos impregnados de suaves esencias, adornados con flores costosas.

¿Qué le daré á mi hombrecito malo para que sonría un poco?... ¿Qué le haré para que olvide sus malas ideas?... Los perfumes eran su afición dominante. Como ella misma declaraba, podía faltarle que comer, pero nunca las esencias más ricas y costosas.