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Actualizado: 22 de julio de 2025


Eso es lo que ha pasado conmigo. Yo casi creía que el destino me forzaba á hacer de Salem mi hogar, para que los rasgos de las fisonomías y el temple del carácter que por tanto tiempo han sido familiares aquí, pues cuando un representante de la raza descendía á su fosa, otro continuaba, por decirlo así, la acostumbrada facción de centinela en la calle principal, aún se pudieran ver y reconocer en mi persona en la antigua población.

Cirilo le atajó suavemente haciéndole observar que del arte sublime son pocos en la tierra los que pueden gozar, que es necesario otro más asequible a los pequeños. Pero Tristán, que no sufría la contradicción, se lanzó aún con más violencia contra el teatro moderno. La discusión iniciada con prudencia fue adquiriendo un temple sobrado caluroso. Elena la cortó resueltamente.

No parecía sino que iba a una visita de duelo, y que intentaba conocer el estado de los ánimos para acomodar al de ellos el temple del suyo propio. ¿Cuándo se había visto cosa igual en el despreocupado comandante? Hoy nos quedamos sin paseo, don Claudio habló Bermúdez sin quitarle ojo para no perder el más mínimo gesto de su amigo ; digo, me quedo yo.

«Y vamos a ver decíame a mi propio en cuanto me hallé dispuesto a salir del cuarto , ¿qué cara pongo a mi tío después de lo que ha pasado esta noche? ¿En qué temple de ánimo, en qué estilo he de expresarle «lo que procede»? Y ¿cuál es «lo que procede»? Porque él debe dar por hecho que a estas horas estoy enterado de todo; y en casos tales, un grado menos de lo justo en la expresión de lo que se siente, desnaturaliza la seriedad de un papel y hasta pone en ridículo al actor».

Aquella noche estaba Papitos de muy mal temple por la soba que se había llevado, y le tenía mucha tirria al señorito porque no se puso de su parte en la contienda, como otras veces. «Feo, tonto le dijo aguzando la jeta cuando le vio sentarse en la mesilla de pino de la cocina . Acusón, patoso... memo en polvo».

María Teresa se aproximó a la ribera; Huberto la siguió; viéndolo nadar tan armoniosamente le vino a la mente la idea de que si no había quizá en él temple para hacer un héroe, sabía presentar hermosas formas artísticamente amoldadas en una malla de seda negra.

Me parece que esta circunstancia ha cedido á una especie de vaga superstición y de debilidad pueril, á que no debía haberse doblegado jamás una alma de su temple y á la que yo mismo he hecho mal en someterme. ¿Cómo no comprendí que me imponía con un aumento de inútil sufrimiento, un papel sin franqueza y sin dignidad? ¿Qué haré yo en adelante? ¿No es ahora cuando con justo motivo, podría reprochárseme el jugar con los sentimientos más sagrados?

Los sentimientos de la señorita de Sardonne por Pedro de Pierrepont habíanse ido desenvolviendo poco a poco hasta llegar a la adoración, adoración que la niña guardaba cual en un santuario, en el más oculto rincón de su casto pecho, sin que Pedro lo sospechara siquiera, pues tenía por las jóvenes de la edad de Beatriz el desprecio propio en un hombre de su temple y años.

De esta suerte quedaron ambos al separarse, lleno de confusión el pensamiento: Ruiloz porque aquella prueba había de revelarle el temple y la índole de la mujer querida, y Julia porque a solas con su conciencia imaginaba ser juez en causa propia. ¡Qué noche tan larga... y qué ideas tan negras!

El orgullo. La exageracion del amor propio, la soberbia, no siempre se presenta con un mismo carácter. En los hombres de temple fuerte y de entendimiento sagaz, es orgullo; en los flojos y poco avisados, es vanidad. Ambos tienen un mismo objeto, pero emplean medios diferentes. El orgulloso sin vanidad, tiene la hipocresía de la virtud; el vanidoso tiene la franqueza de su debilidad.

Palabra del Dia

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