United States or French Southern Territories ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y, para ver si esto era ansí, salió del aposento, y, llamando a Lotario aparte, le preguntó qué nuevas había y de qué temple estaba Camila. Lotario le respondió que no pensaba más darle puntada en aquel negocio, porque respondía tan áspera y desabridamente, que no tendría ánimo para volver a decirle cosa alguna.

Excusado era enderezarle por este camino. No tenía estómago bastante fuerte ni entrañas del temple necesario para médico, amén de que, como carrera de lujo, la de Medicina le parecía la menos a propósito de todas las carreras.

Su alma escogida representa una partícula inasimilable del alma nacional, que no en vano se agitó entre las otras con la sensación de una soledad infinita. Y, sin embargo, la nota fundamental que Baudelaire ha señalado profundamente en el carácter de los héroes de Poe, es todavía el temple sobrehumano, la indómita resistencia de la voluntad.

Se había pasado lo mejor de la vida en un ajetreo afanoso, que exigía tanta actividad como travesura, esfuerzos locos de la mente y de los músculos, y en tal enseñanza se había fortificado de cuerpo y espíritu, formándose en ella el temple extraordinario de mujer que irán conociendo los que lean esta puntual historia de su vida.

Nota también ella y nota con dolor, casi con ira, en los pequeños detalles de la vida común, ligeros solecismos de buen gusto, pecados veniales de ignorancia, faltas de menor cuantía contra ciertos principios, que denuncian en el pobre grande hombre las explicables lagunas de su educación primera, y las mujeres del temple y clase de Beatriz perdonan con más facilidad un vicio, tal vez un crimen, que una incorrección.

Si creyésemos esto estaría perdido todo; pero si creemos, como yo creo y quiero creer, que los españoles de ahora están forjados del mismo metal y tienen el mismo temple de que fueron forjados y que tuvieron el Cid, el Gran Capitán, el duque de Alba, Cortés y Pizarro, no hay nada perdido.

El metal vibró como una campana que sonara muy lejos. ¡Ah, ya no se forjan espadas de este jaez, señor hidalgo! agregó Domingo de Aguirre. El acero es cada día más sucio y el temple más ruin. Dícese, en verdad contestó Ramiro, que habéis perdido algunos secretos de antaño. En cuanto a secretos, señor, nunca los hubo.

Entró, me saludó y se llegó a con la gracia, desenfado y ligereza de un pollo o gomoso, no de nuestro siglo decadente, sino de otras edades caballerescas en que fueron los hombres de temple más recio y más fino. Mi vestidura era una elegantísima bata de flexible seda. Pocas mujeres pueden hacer lo que yo hice entonces y puedo hacer y hago todavía.

Sabía la facilidad que tenía para desprenderse de las cosas y la impaciencia enfermiza que le llevaba, por el contrario, a precipitarse hacia las novedades. Entre las dos hipótesis de una ruptura o de una inconstancia, me inclinaba a aceptar la segunda. Estaba en racha de indulgencia: la visita a casa de Agustín me había puesto en temple de mansedumbre.

Y la mayor parte de las que cayeron se abrazan al postrer madero con una especie de violencia desesperada. Se entiende, por supuesto, que nos referimos aquí a las mujeres de temple superior, no a esas otras para quienes amar es un simple pasatiempo mundano.