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Aquellos libros que le obligaban a estudiar, y aquellos hombres que había de tratar por fuerza, le pintaban el mundo como una sola jornada de la vida humana, como una prueba para el temple del alma; la tierra como valle de lágrimas, en que son mentira los aromas del campo y las alegrías del corazón. Aquí abajo le dijeron todo es falso, impuro y deleznable.

Ignoraba que alma de su temple jamás hubiera perjudicado al ajeno en provecho del propio, mas quiso colocarse en tales condiciones, que hasta le fuesen imposibles la preferencia y la injusticia.

Si hay cosa tratada o discutida en el mundo, ya seriamente, ya en burla, es la cuestión del matrimonio, aunque sea cierto que ni los razonamientos ni las facecias influyen mucho en la resolución que cada prójimo toma según cuadra a su genialidad, temple y más o menos escrupulosa conciencia.

¿Me promete usted casarse conmigo? murmuró la inocentona de la oradora política. ¡, vida mía! exclamó él sin fijarse casi en lo que le preguntaban, pues estaba resuelto a decir amén a todo. Pero Amparo retrocedió. ¡No, no! balbució trémula y espantada . No basta hablar así... ¿me lo jura usted? Baltasar era joven aún y no tenía temple de seductor de oficio.

Allí parapetados esperan, con la calma que la impunidad, hasta descargar sus armas á boca de jarro sobre el enemigo, resguardados en los manglares que por lo regular rodean sus cottas, é impiden la entrada en ellas de no ir provisto de guía. Fabrican sus armas, á las que dan buen temple, siendo en algunas el trabajo muy esmerado.

Y como lo pensó lo hizo la marquesa durante los tres años, bien corridos, que pasó su hija en aquel colegio de Madrid. Recorrió medio mundo, sin más trabas ni cortapisas que las instintivas repugnancias de su naturaleza, que no era del temple de la de Sagrario.

El general sentíase de mal temple, y su mal humor se acrecentó al encontrarse con varias cartas, que tenía forzosamente que contestar: también había que expedir algunas órdenes. Si estuviera aquí Enrique dijo a su esposa, me ayudaría y se encargaría de eso; pero te opusiste a que viniese con nosotros. Ya sabes que éramos tres en el coche, y que no podía prescindir de mi doncella.

-También habéis de confesar y creer -añadió don Quijote- que aquel caballero que vencistes no fue ni pudo ser don Quijote de la Mancha, sino otro que se le parecía, como yo confieso y creo que vos, aunque parecéis el bachiller Sansón Carrasco, no lo sois, sino otro que le parece, y que en su figura aquí me le han puesto mis enemigos, para que detenga y temple el ímpetu de mi cólera, y para que use blandamente de la gloria del vencimiento.

Se detuvo un instante, para añadir con gravedad, mirando á Robledo: Usted parece que da poca importancia á la riqueza, y si la busca es por satisfacer su deseo de acción, por dar empleo á sus energías. Pero no sabe lo que es ni lo que representa. Un hombre de su temple tiene pocas necesidades. Para conocer lo que vale el dinero y lo que puede dar de , se necesita vivir al lado de una mujer.

Estaba a la sazón combatido por dos sentimientos de una naturaleza tan poderosa, que se necesitaba un temple de hierro para ocultarlos, como él lo estaba haciendo, bajo la exterioridad más tranquila, el rostro más sereno y la más natural indiferencia. Había examinado los toros que debían correrse aquella tarde; jamás había visto animales más feroces.