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Actualizado: 26 de julio de 2025


Si emprendo la carrera y huyo sin tambores ni trompetas, no obraré con política, aunque , acaso, con prudencia. Pero de este modo quedaría en ridículo ... ¿Qué pensaría de la Virgen del bordado? Me tomaría por un lacayo, por un don Juan de villorrio, que intenta emprender intrigas con las jóvenes por encima de las tapias, y no la volvería á ver! ¡Vamos, pues! Á mal tiempo, buena cara.

Lo guarnecen un sargento, dos cabos y 10 soldados. Tamontaca. En la orilla derecha del brazo S. y á seis millas de la desembocadura; está formado por un recinto amurallado, defendido por tambores de flanqueo, que tiene 30 metros de lado; en su interior está el cuartel, pabellón de Oficial y demás dependencias. Está guarnecido por un Oficial y 20 individuos de tropa.

Pero la voluntad que á todos rige, Digo el querer del cielo, me ha traido A parte que me alegra mas que aflige. Dixera mas, sino que un gran ruido De pifaros, clarines y tambores Me azoró el alma, y alegró el oido. Volví la vista al són, vi los mayores Aparatos de fiesta que vió Roma En sus felices tiempos, y mejores.

Se agitó la muchedumbre en la calle de las Sierpes con alegre curiosidad. Los «pasos» de la Macarena, formando ahora compacta procesión, avanzaban acompañados de una banda de música. Redoblaban con furia los tambores, rugían las trompetas, gritaba el bullicioso tropel de los «macarenos», y la gente subíase en las sillas para ver mejor el ruidoso y lento desfile.

Venía cubierto el rostro con un trasparente velo negro, por quien se entreparecía una longísima barba, blanca como la nieve. Movía el paso al son de los tambores con mucha gravedad y reposo. En fin, su grandeza, su contoneo, su negrura y su acompañamiento pudiera y pudo suspender a todos aquellos que sin conocerle le miraron.

Momentos después de amanecer, cuando ya el paso por aquellas breñas iba haciéndose harto difícil, les anunció temblando su guía que en la obscuridad había perdido el camino; palabras que indignaron á los arqueros más próximos, sospechosos de una traición y que á punto estuvo de costar la vida al pastor, cuando repentino toque de cornetas y tambores reveló á los expedicionarios la inmediación del enemigo.

Todo esto es tuyo, hija mía digo, buscando su mano. Ella no me escucha; parece enteramente absorta en la belleza del espectáculo. Y en cuando llegamos al patio de entrada, una batahola ensordecedora se alza a nuestro alrededor; gritos, detonaciones, tambores y trompetas. A derecha, a izquierda, antorchas, hachones; y vemos rostros ennegrecidos por el humo, con ojos brillantes y bocas abiertas.

Los padres se inclinaban junto á ella con afán insensato, cual si quisieran con la sola fuerza del mirar detener aquella existencia que se iba, suspender la rápida desorganización humana, y con su aliento renovar el aliento de la pobre mártir que se desvanecía en un suspiro. Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.

Al alba, luego que la campana hace señal, corresponden los tambores, y se reparten por las calles algunos indios, que a voz alta les dicen se levanten a alabar a Dios, a disponerse para ir a la iglesia a oír misa, después al trabajo, y que así harán la voluntad de Dios, se proporcionarán el sustento y agradarán a sus superiores.

Antes de que ganar pudiera la altura en que el africano se encontraba, anunció a gritos su llegada, diciéndole: «¡Pero, hijo, vaya un sitio que has ido a escoger para ponerte al sol! ¿Es que quieres secarte, y volverte cuero para tambores?... ¡Eh... Almudena, que soy yo, que soy yo la que sube por estas escaleras alfombradas!... Chico, ¿pero qué?... ¿Estás tonto, estás dormido?».

Palabra del Dia

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