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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Y al repetir con fruición la encontrada palabra, sonreía como un jardín abandonado bajo el primer sol de la primavera que llega. Fernando, ensombrecido por esta negativa, hablaba y hablaba, sosteniendo las manos de la antigua artista entre las suyas, deseoso de inmovilizarla, de domar su resistencia, fijos los ojos en sus pupilas, cual si pretendiese vencerla con un poder de sugestión.

Gabriel se irguió sosteniendo a Sagrario, que se echaba atrás como desfallecida por la emoción. Miraba al espacio luminoso con gravedad sacerdotal, mientras hablaba en voz queda al oído de la joven: Nuestra vida será como uno de esos jardines abandonados, donde entre troncos caídos y ramas secas rebrotan nuevos follajes.... Compañera, amémonos.

Limitada así la intención que tuve al hablar de alianzas, sigo sosteniendo, sin que La

Al mismo tiempo partió de la habitación un grito penetrante: «¡Socorro, Miguel! ¡Socorro!;» y a estas voces siguieron otros gritos desesperados que revelaban indecible terror. Presa de mortal angustia, permanecía yo en el más alto peldaño, asido al quicio de la puerta con una mano y sosteniendo en la otra la espada.

Pero este mismo Horacio, que da a la poesía tan singulares alabanzas, nos cita la rara afirmación de Demócrito sosteniendo que es menester ser loco para ser poeta, y que es expulsado de Helicon quien está en su cabal juicio.

No recuerdo el hecho respondió éste sosteniendo firmemente la mirada del juez. He confesado mis faltas, esta mujer me habló alguna vez de ellas, y sin duda quería señalarme el peligro, pero nunca me dijo con claridad lo que creía tener razón de temer. ¿Todavía en los últimos tiempos repuso el juez dirigiéndose a la mujer hablaba de su propósito? No.

Están sentados o echados a la sombra de una parra; unos ya beodos, otros casi; quien alzando una copa que parece griega; quien sosteniendo amorosamente entre las manos un cuenco lleno de vino; el que hace de Baco adorna la cabeza con hojas de vid al que se arrodilla respetuoso cual si fuese de laurel la corona que se le otorga; alguno que ya la ha conseguido, descansa reclinado en la tierra como en el más cómodo lecho; y otro se acerca solicitando humildemente, sombrero en mano, ingresar en el corro y participar de la bebida hasta ponerse en situación digna de que le adornen también con pámpanos las sienes.

Á espaldas suyas, no obstante, todas seguían sosteniendo que hubo maleficio. La que menos afirmaba que Soledad llevaba constantemente sobre el pecho una bolsita con pedacitos de oro, plata y coral, algunos granos de trigo y una piedra imán con raspaduras de acero.

Me había engañado, porque, a poco rato, la cortina se entreabrió de nuevo, y una mano apareció sosteniendo dos botines largos y delgados, que dejó caer sobre el piso. Luego, una o dos vueltas, la inmovilidad y el respirar sereno e igual. Buenas noches. Más tarde contaba en Nueva York la aventura a un amigo mío, americano, y el buen yanqui movía tristemente la cabeza.

Algún tiempo después fueron entrando en la arenosa explanada los dos jinetes, armados con carabinas, y seis caballos en libertad que formaban un grupo compacto, sosteniendo sobre sus lomos sacos y fardos sujetados con cuerdas.

Palabra del Dia

bagani

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