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Actualizado: 22 de junio de 2025


Tiburcio sostenía que todo había sido ilusión óptica, fenómeno parecido al de la fata morgana. Y por el contrario, Fréitas concedía completa realidad a la visión y hasta llegaba a triplicarla, sosteniendo que en pos de la nave Victoria, aunque a mayor distancia y esfumadas en la vaga penumbra, había visto pasar otras dos naves.

Se había quejado de la celda y de los alimentos, había pedido que la dejasen leer y escribir, y había escrito efectivamente un estudio sobre la emigración suiza, lleno de cifras y datos estadísticos. Cuando la hicieron entrar en el gabinete del director, se sentó, a una seña de Ferpierre, y sosteniendo la mirada interrogadora de éste, se cruzó de brazos.

El Príncipe despeñado. Dos partidos disputan en la corte de Navarra después de la muerte del rey García: uno, el de D. Sancho, hermano del muerto, que pretende sucederle, y otro, el que defiende los derechos de su hijo, aún no nacido. A su cabeza se hallan los hermanos Guevara, sosteniendo D. Martín las pretensiones de D. Sancho, y D. Ramón los derechos del Príncipe, cuyo nacimiento se espera.

Colocaron dentro á Celinina, sosteniendo su cabeza en preciosa y blanda almohada, para que no estuviese en postura violenta, y después que la acomodaron bien en su fúnebre lecho, cruzaron sus manecitas, atándolas con una cinta, y entre ellas pusiéronle un ramo de rosas blancas, tan hábilmente hechas por el artista, que parecían hijas del mismo Abril.

Experimentó la melancolía del actor que empieza a «entrar en su personaje» y ve que le arrebatan de pronto el papel. Había saltado atrás con el pensamiento, suprimiendo unos días, y se contemplaba en el silencio de la noche equinoccial paseando por «el rincón de los besos» sosteniendo con un brazo a la romántica alemana, próxima a desvanecerse de sentimentalismo.

Elena se presentó en la estancia para ver el cadáver de su madre, y Desnoyers, que llevaba más de un año sosteniendo á los fugitivos á espaldas del suegro, aprovechó la ocasión para vencer el enojo de éste. La perdono dijo el estanciero después de una larga resistencia . Lo hago por la pobre finada y por ti. Que se quede en la estancia y que venga con ella el gringo sinvergüenza. Nada de trato.

Su capitán experimentaba siempre cierta admiración al doblar el cabo Croissette, viendo cómo se abría ante la proa una vasta curva marítima. En el centro de ella, una colina abrupta y desnuda avanzaba hacia el mar, sosteniendo en su cumbre la basílica y la torre cuadrada de Nuestra Señora de la Guardia.

Varios oficiales de la Guardia gubernamental y del ejército ordinario se paseaban con una mano en la empuñadura de la espada y la otra sosteniendo sobre el redondo muslo su casco deslumbrante. De los grupos masculinos vestidos con ropas de mujer surgía un continuo zumbido de murmuraciones y pláticas frívolas.

Se entabló una disputa animada, violenta, entre ambos. Cobo se mantuvo en sus trece sosteniendo con brío que no había tal azorar, que a nadie se lo había oído en su vida y eso que estaba harto de hablar con personas ilustradas. El joven y perfumado concejal le respondía brevemente sin abandonar la sonrisilla impertinente, seguro de su triunfo.

Así mismo me enseñó mi padre y seis días de la semana tenía que aguantarme en esa posición lo menos una hora por día, sosteniendo á brazo tendido el pesado bastón herrado de mi padre, hasta que el brazo me parecía de plomo. ¡Hola, bribonzuelos! ¿cuánto os falta todavía? Hasta que el sol salga por encima de aquel roble más alto y nos haga cerrar los ojos, contestó el mayor.

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