Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de junio de 2025
Llamó a Fortunata y a Mauricia, y en breves palabras las puso al corriente de la situación. Ambas recogidas, particularmente la Dura, no querían otra cosa. O se apoderaban del enemigo, o no eran ellas quienes eran. Bajó Sor Marcela a la iglesia, y las dos mujeres emprendieron su campaña.
No parece por ninguna parte dijo Fortunata, que por orden de Sor Marcela había bajado en busca de su amiga . Arriba no está. En los dormitorios de las Filomenas había gran tráfago.
Muy a menudo andaba Sor Marcela por allí, pues tenía la llave de la leñera y carbonera, la del calabozo y la de otra pieza en que se guardaban trastos de la casa y de la iglesia. Ya cerca de la noche, como he dicho, Mauricia no se quitaba de la reja para hablar a la monja cuando pasaba.
Y si no ha vuelto, volverá... Quiere decirse que te hará la rueda cuando venga y se entere de que ahora vas para santa. Tú sí que eres boba... déjame en paz. Y suponiendo que venga y me ronde... ¿A mí qué? Sor Natividad examinó el brochado y vio «que era bueno». Satisfacción de artista resplandecía en su carita seca.
Pero Sor Facunda y las de su cotarro iban por la escalera abajo diciendo que el hecho podía ser falso, y podía también no serlo; y que el ser Mauricia muy pecadora no significaba nada, porque de otras muchísimo más perversas se había valido Dios para sus fines. Dijo la misa D. León, que parecía el padre fuguilla por la presteza con que despachaba.
«Tendré que ir yo... ¡Ay, qué mujer!... ¡qué guerra nos da! dijo la Superiora... . ¿Dónde está Sor Marcela? Que traiga la llave de la perrera. Hoy tendremos chínchirri-máncharras... Está más tocada que nunca. Dios nos dé paciencia. ¡Y Sor Facunda que me ha dicho ahora mismo indicó Sor Antonia con franca risa y bizcando más los ojos , que Mauricia había visto a la Virgen!
Marquesas y duquesas, que habían venido en coches blasonados, y otras que no tenían título pero sí mucho dinero, desfilaron por aquellas salas y pasillos, en los cuales la dirección fanática de Sor Natividad y las manos rudas de las recogidas habían hecho tales prodigios de limpieza que, según frase vulgar, se podía comer en el suelo sin necesidad de manteles.
La carta que por aquellos días escribió el Rey a Sor María de Agreda prueba que en su alma dolorida por tan gran desgracia, la resignación cristiana se impuso y prevaleció sobre el dolor de padre.
Si la muerte de sor Teresa fue un golpe que hizo temblar al Provisor en aquel alto asiento en que se le figuraban sus enemigos, y si pudo por algún tiempo dejar en la sombra al pobre don Santos Barinaga, al cabo de algunas semanas este volvió a brillar dentro de su aureola de víctima y la compasión fementida del público marrullero se volvió a él, solícita, con cuidados de madrastra que representa la comedia de la segunda madre.
Como el pobre D. León Pintado tenía que vivir de aquello, lo oía seriamente, y hacía que tomaba muy en consideración aquellos pecados tan superfirolíticos que no había cristiano que los comprendiera... Y la monja se ponía muy compungida, diciendo que no lo volvería a hacer; y él, que era muy tuno, decía que sí, que era preciso tener cuidado para otra vez, y que patatín y que patatán... Tal era Sor Facunda, dama ilustre de la más alta aristocracia, que dejó riquezas y posición por meterse en aquella vida, mujer pequeñita, no bien parecida, afable y cariñosa, muy aficionada a hacerse querer de las jóvenes.
Palabra del Dia
Otros Mirando