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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Es una de esas cabezas de mujeres meditativas y perversas en que el artista ha sabido poner toda el alma femenina contemporánea. Frente al pupitre, en sencillo marco de caoba, está una fotografía del autorretrato del Greco.
No habría sido viable en tal ambiente sin asimilarse alguna parte del mismo que sirviera de puente entre lo viejo y lo nuevo; fue así como una gran parte de las divinidades perversas de la antigüedad, a las que se había transferido el terror de los salvajes a lo desconocido, haciendo la carrera de las ostras, que empezaron por ser humilde plato de los desheredados para terminar en preciado manjar de los pudientes, han llegado a ser las columnas maestras en que descansa el poder de la Iglesia, de las clases privilegiadas y de las familias reinantes.
Alternativamente psicólogo y pintor, su inspiración irá del sujeto al objeto, y viceversa, ora alambicando la germinación y crecimiento de nuestra vida sentimental, ora estudiando las impresiones que el mundo exterior determina en los individuos, y las reacciones amables ó perversas que en éstos produce, según su educación y temperamento.
Los señores del ayuntamiento temían al barbero más que a diez periódicos, y cuando en alguno de los discursos que los grandes hombres del partido conservador pronunciaban en Madrid leían algo sobre la «hidra revolucionaria», o «el foco de la anarquía», se imaginaban una barbería como la de Cupido, pero mucho más grande, esparciendo por toda la nación una atmósfera venenosa de burlas crueles y perversas insolencias.
Habiendo resistido este impulso como completamente indigno del traje que vestía, encontró á un marinero borracho de la tripulación del buque del Mar de las Antillas de que hemos hablado; y esta vez, después de haber rechazado tan valerosamente todas las otras perversas tentaciones, el pobre Sr.
Pero Sor Facunda y las de su cotarro iban por la escalera abajo diciendo que el hecho podía ser falso, y podía también no serlo; y que el ser Mauricia muy pecadora no significaba nada, porque de otras muchísimo más perversas se había valido Dios para sus fines. Dijo la misa D. León, que parecía el padre fuguilla por la presteza con que despachaba.
Véase aquí cómo supo embarcarse en bajel seguro y mantener en su compañía a la veleidosa fortuna, su hermana querida y tutelar maestra. El ministro de Hacienda, D. Antonio Martínez, que ya le tenía en capilla para dejarle cesante de su pingüe destino en el Consejo, cejó en sus intenciones perversas.
Firme creyente yo en el libre albedrío, aseguraba que todo ser humano, ya por naturaleza, ya por gracia, que Dios le concede si de ella se hace merecedor, puede vencer las más perversas inclinaciones, domar el carácter más avieso y no incurrir ni en falta ni en pecado.
No acierto á decidir si el público candoroso, los jóvenes sin malicia y las señoritas inocentes, que asisten á la representación de estos dramas, se dejan ó no influir por las doctrinas perversas que los han inspirado, ó si sólo ven en ellos un brillante juego de la fantasía ó bien una leyenda en acción, llena de piedad y de creencias consoladoras.
Pocos días después del Corpus, una mañana don Antolín fue en busca de Gabriel. El Vara de plata sonreía a Luna, hablándole con aire protector. Había pensado en él toda la noche. Le dolía verle inactivo, paseando por el claustro. La falta de ocupación era lo que le inspiraba aquellas ideas tan perversas.
Palabra del Dia
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