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Actualizado: 19 de mayo de 2025
La frente de Pierrepont se cargó de nubes, pero, aunque manifestando tan extrema sorpresa cuanto viva impaciencia, era demasiado recto para no reconocer que la situación que ocupaba entre Jacques y su mujer prestábase, aunque injustamente, a las más perversas interpretaciones, mostrándose en extremo sensible a la idea de comprometer a Beatriz, y más todavía, a la de arrojar sobre el limpio nombre de su amigo una tacha de infamia, porque era visto que Pedro profesaba a éste un real sentimiento de cariño y aun de respeto, y rechazaba con horror la idea de traicionar vilmente la confianza del honrado y grande artista.
Figúrese usted que acogimos sin recelo á una víbora en nuestra casa, aunque teníamos malos informes de su conducta; la acogimos creyendo que se enmendaría. ¡Pero ya ve usted qué almas tan perversas! ¡Qué sociedad! ¡Qué siglo!
Si la santa fe de nuestros padres no estuviera tan perdida; si las perversas doctrinas del filosofismo francés no nos hubiesen inficionado, ese hombre, en vez de vestir el honroso uniforme de la marina, vestiría el sambenito; en vez de andar libre por ahí, piedra de escándalo, fermento de impiedad, levadura del infierno, corrompiendo lo que aun en el cuerpo social se conserva sano, estaría en los calabozos de la Inquisición ó ya hubiera muerto en la hoguera.
El «santo» protestó, defendiendo a sus camaradas. No había que maliciar de ellos ni atribuirles perversas intenciones. El se marchaba porque era un pobre y no podía soportar el alquiler de la casa. Lo sentía por Feli y por Maltrana, que le eran simpáticos y no habían alterado su vida con disgusto alguno. Pero todos vivirían aunque se separasen: la misericordia del Señor era inmensa.
Yo le aseguré que los españoles les echaríamos de España, y él me contestó que parecía probable, porque la guerra iba tomando mal aspecto; pero que esto sería un mal para nosotros, porque de venir otra vez Fernando VII, España seguiría con su mal gobierno y con las muchas cosas perversas, injustas y anticuadas que hay aquí.
Así resulta vano en mi sentir, el propósito que tuvo Fernando de Rojas o que supuso que tuvo, de adoctrinar a los jóvenes enamorados para que no se fiasen de sirvientes inmorales y lisonjeros y de mediadoras perversas como Celestina.
Esta sola diferencia hacía comprender la diversa procedencia de los tripulantes, pues mientras unos eran marineros de pura raza, llevados allí por la matrícula o enganche voluntario, los otros eran gente de leva, casi siempre holgazana, díscola, de perversas costumbres, y mal conocedora del oficio.
Manteneos tranquilo y escuchadme hasta el fin; la felicidad de toda vuestra vida, quizá dependa de vuestra sangre fría... Después de pensarlo bien, me acordé del afecto que me tenéis; la gratitud y la compasión vencieron, y he pensado que sois sin duda víctima de personas perversas que quieren librarse de un testigo inocente, mediante alguna cobarde traición.
El senador Gurdilo, ansioso de venganza, insinuó á los periodistas que Momaren y Golbasto se habían batido de noche en la playa por alguna rivalidad amorosa, pues los dos, á pesar de su exterior solemne, eran unos hipócritas de perversas costumbres y tal vez se disputaban el monopolio de algún esclavo atlético.
Y sólo el mal ejemplo, las perversas compañías y hasta la propia docilidad con que cedía él y dejaba que le guiasen habían sido causa de sus travesuras y derroches pasados. Para Rafaela, hecha ya esta conversión, se desvaneció por desgracia casi todo el atractivo de Arturito. Empezó a hallarle poco ameno, y después soso, y por último llegó a encontrarle empalagosísimo a causa de su dulzura.
Palabra del Dia
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