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Actualizado: 4 de julio de 2025


Esto, después de bien mirado, es hasta cómodo. ¿No te parece a ti lo mismo, Nica? Y Nica dijo que , pero sin dejar de sonreírse. En seguida preguntó a su amiga: Pero ¿no puede ocurrir que la dama de esa comedia tenga, al llegar ese desenlace, el corazón interesado por otro galán de los de la sala?

De consiguiente, los viejos puritanos con sus capas negras y sombreros puntiagudos, no podían menos de sonreirse ante la manera bulliciosa y ruda de comportarse de estos alegres marineros; sin que excitara sorpresa, ni diese lugar á críticas, ver que una persona tan respetable como el anciano Rogerio Chillingworth entrase en la plaza del mercado en íntima y amistosa plática con el capitán del buque de dudosa reputación.

»Tinito habla poco, casi nada; pero se deja ver en todas partes, con la cabecita muy alta y en la cara una sonrisa entre compasiva y desdeñosa. No va a misa, por supuesto; y si se le pregunta por qué, hace un gestecillo como de asombro, sin dejar de sonreírse, y no responde más.

¡Escóndase usted! le dijo Capitana Loleng; pueden calumniarle... ¡escóndase usted! Isagani volvió á sonreirse y no contestó nada. Don Timoteo, prosiguió Chichoy, no sabía á quien atribuir el hecho; él mismo había dirigido los trabajos, él y su amigo Simoun, y nadie más. La casa se alborotó, vino el teniente de la Veterana, y despues de encargar á todos el secreto, me despidieron. Pero...

Dios me libre de faltarle al respeto, pero le he visto sonreirse porque yo miraba por cuarta vez al trinchante un día que nos sirvieron caza soberbia. Y en cambio él me da lástima en la mesa, jugueteando con su cubilete de oro, en el que bebe cuando más un poco de vino aguado.

Detrás de la loma, y ya más cerca, estallaron cohetes de dinamita y en seguida la gaita y el tamboril de timbre tembloroso, apagadas las voces por la distancia, resonaron al través de la hojarasca del bosque. La gaita hablaba a las entrañas del Provisor y de Petra, ambos aldeanos. Volvieron a mirarse y a sonreírse. Ya vuelven dijo Petra, deteniéndose de nuevo. ¿Llegamos tarde?

Hable usted con mi señora, si le parece bien. La prostituta echó hácia atrás con la velocidad de una carretilla. Yo conté á mi mujer lo sucedido, y mi compañera se sonrió de la manera como una mujer suele sonreirse en tales casos. Paris es la ciudad del coquetismo y de los efectos dramáticos.

El diablo son las mujeres... empezó a decir, cuándo se oyó la gran campana del castillo que tocaba a rebato, y fuertes gritos que parecían salir del foso. Ruperto volvió a sonreírse y me hizo un saludo de despedida con la mano. Mucho hubiera deseado habérmelas con usted dijo, pero la cosa se pone fea; y desapareció de mi vista. En un instante, sin pensar en el peligro, subí por la cuerda.

»Y pasaron tres días más; y Luz, que hasta entonces había vivido con ánimos prestados, comenzó a animarme a y a sonreírme..., ¡ella, que ni para sonreírse tenía ya fuerza! ¿Cómo entender aquella crisis, Dios mío! ¿Iluminaban otros soles más alegres sus días? ¿Se iniciaba una reacción dichosa en su extraña enfermedad? », todo esto era cierto; pero de muy distinto modo que lo entendía yo.

El gesto peculiar de aquel hombre me sugería la idea de un ser que vive aspirando un mal olor constante a su alrededor. Su rostro era una mueca perpetua contra los miasmas, que se exageraba de una manera alarmante cuando él tenía la pretensión de sonreírse.

Palabra del Dia

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