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Actualizado: 22 de junio de 2025


Y añadió dirigiéndose a : Si necesita usted absolutamente una princesa, me parece que la Corte de Luis XVI le ofrece una solterona distinguida... ¡Qué aturdida soy! dije con convicción. Es verdad, olvidaba a madama Isabel, la hermana de Luis XVI... , madama Isabel, sin hablar de otras ilustres solteronas.

En primer lugar, la maldad de algunas de ellas, mis dos malas lenguas de la Catedral; después el matiz grisáceo y desteñido de las pobres solteronas resignadas con su estado, en lugar de estar alegres; en fin, la omnipotencia notable de las recalcitrantes del celibato que dejan caer sobre todo el mundo, en general, y sobre cada cual, en particular, el peso de su descontento perpetuo.

Narró al cura su deseo de casarme, mi poco entusiasmo por obedecerla, mi manía de profundizarlo todo y el estudio que yo estaba haciendo de las solteronas; en una palabra, todo salió a relucir. El cura, repantigado en su butaca, escuchó con atención las quejas de la abuela.

La habían colocado como maestra en una de las principales escuelas y prometían ayudarla en la realización de todas las innovaciones que proyectaba. Algunas solteronas feas y de carácter agriado torcían el gesto ante el entusiasmo pedagógico de los hombres. ¡Claro!... ¡La Gringuita es tan primorosa!... Martínez figuraba entre los protectores de la maestra.

Por lo menos les harán soportar una situación que muchas de ellas no han creado ni deseado respondió el cura, pues en esta clase de cosas las costumbres pueden mucho... En Inglaterra una mujer no está obligada a tomar un nombre que no es el suyo para ser respetada. Los ingleses llegan hasta a encontrar muy práctica esa multiplicación de las solteronas...

Desde la muerte de mi padre me acompañaban a la mesa dos solteronas, primas de él, y no muy sobradas de recursos, aunque de bambolla: los parientes más cercanos que me quedaban por la rama paterna, pues por la materna los había tan próximos y más abundantes, según mis noticias, aunque yo no los conocí jamás, porque, también según informes oficiosos, hubo invencible empeño en ello de parte de quien tenía el deber de empeñarse en lo contrario.

Todas parecían exclamar: , el celibato es calumniado, muy calumniado. El predicador se extendió sobre las ventajas espirituales de la virginidad y no temió asegurar, con gran escándalo de mi abuela, que se agitó en su silla, que el horror del mundo por las solteronas, no viene más que de un resto de paganismo.

Porque no quiero... No me hables de eso, abuela, te lo ruego. ¿Cómo quieres que haya encontrado a un joven que no he visto? Si ... No, no, que no se me hable de matrimonio... Por el momento pertenezco a las solteronas... Abuela proseguí tiernamente, no puedes querer que me case con un caballero porque es moreno, porque va al rosario y porque está al lado de la señorita de Sarcicourt...

Mi amor a las solteronas no me impedirá, probablemente, volver a empezar dentro de poco la ceremonia de los últimos días con otro caballero. ¿No te ha curado el señor Desmaroy de esa buena voluntad? preguntó Genoveva sonriendo. No, ese señor ha respondido simplemente a la pregunta que yo había hecho al señor Boulmet. «¿Tiene corazónHa resultado que tenía más del necesario, y no ha habido más.

¡Qué diluvio! exclamó la abuela. ¡Cómo las solteronas tienen la pluma tan intemperante!... Ya no me extraña que Magdalena... ¡Abuela! imploré. La pintura prosiguió la Roubinet poseída de su asunto cuenta también solteronas de talento.

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