United States or Ireland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Después ha sido fácil y es poco pasmoso, aunque yo nada te he dicho, que hayas adivinado que mi mal, en vez de remediarse, ha ido en aumento. De lo que yo dudo ahora es de que esté en tu mano dar a mi mal remedio. Ni mi mal le tiene ni se le buscas ya por medio de la religión. Lo repugna mi espíritu cada vez más pervertido y agriado.

Y al día siguiente de todo este aparato teatral, cuando se apagan las luces e incensarios y la iglesia recobra su aspecto vulgar, la vida mísera y la intriga para ganarse el pan: ¡siete duros al mes por aguantar a todas horas a unas pobres mujeres con el humor agriado por el encierro, vulgares como criadas de servicio, que pasan la vida averiguando en el locutorio lo que ocurre en la ciudad y fabricando porquerías dulces para obsequiar a los señores canónigos y a las familias protectoras de la casa...! ¡Y aún hay curas que envidian, que ladran de hambre contra por la dichosa capellanía de monjas, y me tienen como un adulador del palacio arzobispal, no comprendiendo de otra manera que siendo tan joven haya pescado esta prebenda que me permite vivir en Toledo con siete durazos mensuales...!

Socorrer al pobre, con la simple mira de aliviarle, con amor hácia el pobre, es un acto virtuoso; socorrerle con este amor, y con la reflexion explícita de que se cumple con un deber de humanidad, es todavía mas virtuoso; socorrerle con el pensamiento en Dios, viendo en el pobre á un hombre, imágen de Dios, y á quien Dios nos manda amar, es un acto todavía mas virtuoso: socorrerle, aun contra los impulsos del propio corazon, agriado quizás por un resentimiento, ó agitado por otras pasiones, y dominarse á mismo con una voluntad firme por amor de Dios; es ya un acto de virtud heróica.

Al despertar de sus pesadillas con el dejo amargo de las malas pasiones satisfechas, Ana se sublevaba contra leyes que no conocía, y pensaba desalentada y agriado el ánimo en la inutilidad de sus esfuerzos, en las contradicciones que llevaba dentro de misma. Parecíale entonces la humanidad compuesto casual que servía de juguete a una divinidad oculta, burlona como un diablo.

Como no frecuentaba la sociedad, no conocía las rivalidades femeninas y su carácter de soltera de treinta años no parecía agriado... Por eso no hubo el más leve sarcasmo en su clara y bien timbrada voz cuando contestó a Adolfo: Mil gracias. Pero si tu don Mariano es un candidato a novio... lo será a novio de Coca. Coca preguntó entonces: ¿Qué edad tiene?

Me quedé maravillado de la razón de aquella joven, de la madurez de su pensamiento, de la penetración, un poco desengañada, de su inteligencia. Se ve en ella un corazón que ha sufrido y que, si no se ha agriado, se ha empapado en las amargas aguas de la adversidad y está más dispuesto a la lucha que a una pasiva resignación. Es una valiente, esta Luciana, y he amado a esta valiente.

Este encierro perpetuo hubiera agriado y pervertido tal vez otro carácter menos dulce y bondadoso que el de Clara, la cual llegó á creer que aquella vida era cosa muy natural, y que no debía aspirar á otra cosa; así es que vivía tranquila, melancólicamente feliz, y á veces alegre. Y, sin embargo, semanas enteras pasaban sin que una persona extraña penetrara en la casa del fanático.

La habían colocado como maestra en una de las principales escuelas y prometían ayudarla en la realización de todas las innovaciones que proyectaba. Algunas solteronas feas y de carácter agriado torcían el gesto ante el entusiasmo pedagógico de los hombres. ¡Claro!... ¡La Gringuita es tan primorosa!... Martínez figuraba entre los protectores de la maestra.

Huérfano de padre, el odio que desde pequeño había tenido al segundo marido de su madre, se había tornado en manía homicida. Constantemente golpeado con crueldad, castigado con un salvajismo que superaba en mucho a la severidad merecida por sus faltas, su carácter se había agriado.

Aquéllos andaban más cerca de lo cierto; porque sin ser don Luis una inteligencia privilegiada, era honrado y de carácter firme, aunque algo agriado, por imaginar que debía brillar y bullir más en su partido. Lo que constituía su verdadero título de gloria, para quien llegase a saberlo, era la educación que dio a su hija.