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Actualizado: 22 de mayo de 2025


5 de noviembre. La abuela ha reanudado sus días de recepción hoy, primer jueves de noviembre. Muy de mañana he tenido una larga conversación con la abuela, a propósito del señor Desmaroy, y aproveché sus buenas disposiciones, causadas por mi docilidad para sus proyectos, para formular algunos deseos, el primero de los cuales era continuar mis estudios sobre las solteronas.

No, hombre, se llaman las señoritas de Balcon, criticonas, solteronas, pelonas... Profesan odio á todo, á hombres á mujeres, á niños... Pero, mira como al lado del mal Dios pone el remedio, solo que á veces llega tarde. Detrás de las Parcas, espanto de la ciudad, vienen esos tres, el orgullo de sus amigos, entre los cuales yo me cuento.

¡Qué nieta tan rara! exclamó la abuela encogiéndose de hombros. ¿Estás ahora ocupada de las solteronas? . Oye cómo comprendían los hebreos el deber de la mujer. Su única misión, según ellos, era dar los más hijos posibles a la familia y al Estado... De aquí el matrimonio obligatorio... Tenían mucha razón. Los indios, abuela, son también, según , gente razonable.

En la calma de la capilla apenas iluminada por el resplandor rojizo que entraba por los vidrios, me sentía irritada y nerviosa. Quería rezar y no podía... En vez de formular actos de contrición no hacía más que repetir: Estúpidas, perversas, ridículas... ¡Estas solteronas!...

No me extraña dijo Francisca, los ingleses razonan siempre en contra del sentido común. No tanto, no tanto murmuró el cura. En estos tiempos está cada cual tan absorbido por sus intereses que no tiene tiempo más que para pensar en mismo. Ahora bien, las solteronas, que no tienen nada que hacer, están destinadas a pensar en los demás. ¡Es delicioso! exclamó Francisca con convicción.

Yo no soy de la madera de esas solteronas... Yo no deseo casarme, pensar y no estoy desocupada... No, tranquilízate; si permanezco soltera tendré siempre el alma igual y alegre y seré un ejemplo extraordinario de felicidad en el celibato. Quién sabe... murmuró la abuela pasándose la mano por la frente.

Pero como quiero cumplir con mi deber a pesar de todo, quiero verte aceptar dócilmente, al lado de tus estudios sobre las solteronas... Aquí la abuela se encogió de hombros con expresión de supremo desdén. ...Un examen atento de las proposiciones de matrimonio que se te puedan hacer... Abuela, me habías prometido... Te he prometido no influir en tu resolución definitiva, , Magdalena.

A los veinticinco años se viste la primera imagen y se entra en el gremio de las solteronas, por muy joven y muy linda que una se crea. Pero la belleza y la juventud son cosas fútiles. En vez de enorgullecerte por tus cualidades físicas, cuida tu belleza moral, hija mía. ¿A los veinticinco años?... bromeas, abuela.

¡Oh! abuela protesté con vehemencia, no se puede decir que una vida está truncada cuando se tiene la dicha de vivir sin un marido, sin un dueño, y libre de tantas vicisitudes... Admitamos que exagero en cuanto a algunas; pero me concederás que muchas solteronas participan de mi opinión. No todas tienen tus ideas y las hay que se resignan difícilmente al celibato.

Tu incomprensible gusto... Para ti no había más que las solteronas... Sólo ellas eran buenas y perfectas... No, abuela. Pero convengamos en que son tan buenas y tan perfectas como las casadas... o más. ¡Bah! no hablemos más... Para salvar tu reputación, iremos esta tarde a casa de la de Ribert... No quiero que esta excelente amiga te juzgue mal.

Palabra del Dia

bagani

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