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Desde la muerte de mi padre me acompañaban a la mesa dos solteronas, primas de él, y no muy sobradas de recursos, aunque de bambolla: los parientes más cercanos que me quedaban por la rama paterna, pues por la materna los había tan próximos y más abundantes, según mis noticias, aunque yo no los conocí jamás, porque, también según informes oficiosos, hubo invencible empeño en ello de parte de quien tenía el deber de empeñarse en lo contrario.

Era el dueño y huésped de los que creen en Dios por cortesía o sobre falso; moriscos los llaman en el pueblo, que hay muy grande cosecha desta gente y de la que tiene sobradas narices y sólo les faltan para oler tocino; digo esto, confesando la mucha nobleza que hay entre la gente principal, que cierto es mucha.

Pero si bien es de deplorar que hayan desaparecido tantas obras de un poeta tan distinguido como éste, sin embargo, en las que nos quedan encontramos bellezas de primer orden, que exceden en mucho á las de otros poetas famosos inferiores, y sobradas, no obstante, para que nos llene de admiración su inventiva inagotable; y es tal su fecundidad y son tan distintas unas de otras, que clasificarlas y caracterizarlas es ya por trabajo arduo.

Cuando alzó los ojos, pronunció estas palabras: Ese matrimonio tiene que consumarse. Si no es conveniente, Dios lo impedirá. ¿Es tu última palabra, Facundo? Es mi última palabra. Buen chasco me has dado.... Salgo volada. Ya se presentarán ocasiones sobradas de complacerla. ¡Quia! Beatriz Valdedulla no te volverá a pedir un favor. No te incomodes en salir a despedirme.

La contemplación de las maravillosas obras antiguas y modernas reunidas en Roma, el trato con artistas ilustres, las negociaciones y diligencias seguidas para traer a España fresquistas y adquirir los cuadros que Felipe IV le había encargado, eran causas sobradas, para que Velázquez estuviese en la ciudad de los papas ocupado muy a su gusto; mas el Rey que comenzaba a impacientarse, le mandó llamar teniendo, por las trazas, que hacerlo repetidas veces sin que el artista se apresurase a la obediencia.

El favor de que gozaba su marido en la corte, a más del cargo de comisario del Santo Oficio, serían armas sobradas para abatir algún día la soberbia de su pariente. Por aquel tiempo, cierta noche de verano, don Alonso encontró sobre un bufete de su cámara un papel misterioso. Interrogó a los criados y a las dueñas. Nadie supo responder. Se le decía, sin firma alguna, que Ramiro era hijo de moro.

Sin embargo, sobradas pruebas dio de generosidad. Era preciso renunciar a todo; prescindir de estudiar; no pensar en ser médico o abogado, y perder la risueña esperanza de suceder al doctor Sarmiento o de heredar la clientela del Sr. Lic. Castro Pérez, el más ilustre jurisconsulto de Villaverde. No había más que ponerse a trabajar. ¿En qué y cómo? Sólo Dios lo sabía. ¿Cuándo? Cuanto antes.

Había razones sobradas para afirmar que el Sr. Rufete hubo de esconderse en los sótanos del edificio, no dando señales de vida hasta que, muerta ya media comunidad, apareció muy fiero, echando ternos y venablos contra la pillería. Todos estos datos, noticias y versiones las iba recogiendo Cordero de los mismos héroes de la tragedia, para poner luego a cada cual en el lugar que le correspondía.

De contar con más tiempo para la visita del interior de la isla, no se habría quedado en el buque. ¿Pero para ver la ciudad y sus vecinos?... Bastantes españoles llevaba conocidos en España y sobradas veces había tenido que escribir de asuntos de las Canarias sin haberlas visto nunca. Ahora sólo le interesaban los países nuevos. Y Maltrana añadió, mirando la isla: Esto es la portería de Europa.