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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Porque aquí anda un cura, señor Magistral, estoy seguro... y usted dispense... pero ya sabe usted que yo distingo entre clero y clero; si todos fueran como usted.... ¿A que mi señor don Fermín no aconseja a ningún padre que tenga cuatro hijas como cuatro soles, que las haga monjas una por una a todas, como si fueran los carneros de Panurgo?
Empezarán en punto de las once, y como habrá muchos cohetes y dos o tres soles o ruedas, y a lo último un gran castillo, que terminará con un espantoso trueno gordo, durará la fiesta hasta después de medianoche.
Pues qué se les puede pegar a los nobilísimos renombres de Zafortezas, Suredas, Pomares, Fusteres... y otros, de que gozándose puros en el cielo de su limpieza, como unos Soles, se permitan retratar en un charco?
»Y pasaron tres días más; y Luz, que hasta entonces había vivido con ánimos prestados, comenzó a animarme a mí y a sonreírme..., ¡ella, que ni para sonreírse tenía ya fuerza! ¿Cómo entender aquella crisis, Dios mío! ¿Iluminaban otros soles más alegres sus días? ¿Se iniciaba una reacción dichosa en su extraña enfermedad? »Sí, todo esto era cierto; pero de muy distinto modo que lo entendía yo.
Dirigió Mutileder la vista hacia el punto de donde la voz procedía, y vio recostada lánguidamente en un ancho sofá a una dama morena y majestuosa como una emperatriz, vestida de blanca y flotante vestidura, con una cabellera abundante, lustrosa y negra como la endrina, y con unos ojos que parecían dos soles de luto, así por el fuego y los rayos que despedían, como por su oscuro color y por el color, no menos oscuro, de las cejas, de las largas y rizadas pestañas, y aun de los párpados suaves, cuyas sombras acrecentaban el resplandor fulmíneo de los referidos ojos.
No por eso se expatria mentalmente el que lo hace. ¿Quién más español que Lope? Y Lope, no obstante, era tan imitador y tan apasionado admirador de los italianos, que llegaba a exclamar: ¿Cómo he de competir con ellos, que son ...solos y soles, yo con mis rudos versos españoles?
Con perdon del Emperador, creo que los modernos no tienen otro Dios que los antiguos, porque ni los antiguos ni los modernos pueden cambiar de Dioses, como el año muda de estaciones, ó como nosotros mudamos de camisa, ¡Qué! Cuando no podemos mudar de arenas, de playas, de mares, de ambiente, de nubes, de estrellas, de soles, ¿quieren los franceses que mudemos de causa suprema?
Fuí esposo ayer presente; Hoy, ¿qué seré, si estoy de vos ausente? ¿Que os vais, hermosos ojos, Soles del mismo cielo? ¿Que dejáis vuestra tierra y vuestro amigo? ¿Qué de ausencia y enojos, Nubes del bajo suelo, Eclipsan vuestra luz, que adoro y sigo? ¿Que no hablaréis conmigo, Ni me diréis amores? ¿Que no podré tocaros? ¿Que ya no podré hallaros Entre estas aguas y olorosas flores? ¿Qué es esto, vida mía?
El vencedor de los infieles era el barítono Minghetti, que lucía dos espuelas como dos soles, y tenía un vozarrón tremendo, no mal timbrado y lleno de energía. En vano la Reina le pedía perdón, colgándosele del cuello, previo el despejo de la sala, cubierta de coristas, todos ellos viles cortesanos. El barítono no transigía; huía de los brazos de la Reina y llamaba a gritos a la otra.
Aquí dio un gran suspiro don Quijote, y dijo: -Yo no podré afirmar si la dulce mi enemiga gusta, o no, de que el mundo sepa que yo la sirvo; sólo sé decir, respondiendo a lo que con tanto comedimiento se me pide, que su nombre es Dulcinea; su patria, el Toboso, un lugar de la Mancha; su calidad, por lo menos, ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura, sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración puede encarecerlas, y no compararlas.
Palabra del Dia
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