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Actualizado: 18 de junio de 2025


Esta vista les acrecentó el asombro y veneración, y más hallándole entero, fresco é incorrupto, sin despedir mal olor, que parecía cosa más que natural, habiendo pasado tanto tiempo de soles ardientísimos, y por otra parte, la humedad del lugar, que como dije, era un pantano; fuera de que los cuerpos de sus compañeros estaban ya corrompidos.

Señorito D. Diego dijo el pícaro no me comprometeré yo a decirle dónde está, manque me diera esos cuatro soles de plata mejicana, porque María Encarnación salió de aquí con Currito Báez, y tomando hacia la calle del Torno de Santa María... cétera, cétera. Entraron varios majos ya de nosotros conocidos, y D. Diego les convidó a beber, lo cual lejos de molestarles les causó muchísimo agrado.

Bien se está en el limbo de la insignificancia; pero se está mejor, porque se vale mucho más, donde yo me encuentro ahora; no en la región de los soles, porque no soy águila, pero donde se ve claro y no se anda a tientas.

Por debajo de la estrella más hermosa de la cruz se ven las estrellas? y? del Centauro notable la primera por ser doble, esto es, por constituir un sistema de dos soles que giran uno alrededor de otro, y también por ser, entre todas las estrellas conocidas, la más inmediata á nuestro sistema. El Centauro se extiende al oriente y al norte de la Cruz del Sur, envolviéndola casi enteramente.

Quise confundir mi alma con la de ella, para que unidas fuésemos ambas almas en busca tuya. Y ella me ha dejado. Mi alma está sola, en la tenebrosa región del éter, en el vacío insondable y frío, sin astro que le luz ni calor, lejos de todos los soles, más lejos aún de donde moras. Dios mío, Dios mío, ¿qué será de mi alma?

Oye a una triste doncella, bien crecida y mal lograda, que en la luz de tus dos soles se siente abrasar el alma. buscas tus aventuras, y ajenas desdichas hallas; das las feridas, y niegas el remedio de sanarlas.

Fulguraban sus ojos como dos puñales; relucían como dos soles. El vicario callaba y la miraba casi con terror. Ella recorrió la sala a grandes pasos. No parecía ya tímida gacela, sino iracunda leona.

Bajo los últimos soles del invierno empezaba á sonreir la Naturaleza, ciega, sorda, insensible, que ignora nuestra existencia y acoge indiferente en sus entrañas lo mismo á un pobre animalillo humano que á un millón de cadáveres.

Fué tal vez una ilusión; mas parecióme que una campana de boca tan ancha como el cielo, repicaba en la obscuridad, a través del Universo, con un són temeroso que ciertamente iría a despertar soles que dormían y planetas panzudos. El extraño individuo llevó un dedo al párpado, y limpiando una lágrima que nublaba su ojo rutilante, exclamó: ¡Pobre Ti-Chin-Fú! ¿Murió?

Un día, alabándomela una vieja que me crió, decía que era tal su agrado que hechizaba a cuantos la trataban. Y decía, no sin sentimiento: -En su tiempo, hijo, eran los virgos como soles, unos amanecidos y otros puestos, y los más en un día mismo amanecidos y puestos. Hubo fama que reedificaba doncellas, resuscitaba cabellos encubriendo canas, empreñaba piernas con pantorrillas postizas.

Palabra del Dia

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