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Actualizado: 5 de junio de 2025
4 Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le hubiere dado a luz hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. 6 Entonces su amo lo hará llegar a los jueces, y le hará llegar a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lezna, y será su siervo para siempre. 7 Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá como suelen salir los siervos.
No había sabido resistir las asechanzas del amor terrenal; no había sido como un sinnúmero de santos, y entre ellos San Vicente Ferrer con cierta lasciva señora valenciana; pero tampoco era igual el caso; y si el salir huyendo de aquella daifa endemoniada fue en San Vicente un acto de virtud heroica, en él hubiera sido el salir huyendo del rendimiento, del candor y de la mansedumbre de Pepita, algo de tan monstruoso y sin entrañas, como si cuando Ruth se acostó a los pies de Booz, diciéndole Soy tu esclava; extiende tu capa sobre tu sierva, Booz le hubiera dado un puntapié y la hubiera mandado a paseo.
Viendo así al pobre rajá, soberbio como un dios, bajo un cielo seco de intenso azul, y entre los esplendores de un sol ardiente, no se le hubiera ocurrido regalarle un gabán. Era casi seguro que ella misma habría ido hacia sus brazos, entregándose como una sierva de amor. Usted me recuerda al rajá, amigo Gallardo.
2 He aquí como los ojos de los siervos [miran] a la mano de sus señores, [y] como los ojos de la sierva a la mano de su señora; así nuestros ojos [esperan] al SE
40 Y los criados de David vinieron a Abigail en el Carmelo, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer. 41 Y ella se levantó, e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi señor. 43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres.
Quiso afirmar su humildad avanzando hacia él los labios con un beso tímido, de sierva agradecida. ¡Ah, no!... ¡no! Ulises, para huir de esta caricia, se puso de pie con violencia. Sintió otra vez odio contra la mujer que recobraba poco á poco sus sentidos. Al cesar el chorreo de la sangre se había extinguido su compasión. Ella, adivinando sus pensamientos, sintió la necesidad de hablar.
Mientras Guimarán estrechaba la mano enguantada del Provisor, este, sin poder traer su pensamiento a la realidad presente, seguía saboreando la escena de dulcísima reconciliación en que acababa de representar papel tan importante. «¡Ana era suya otra vez, su esclava! ella lo había dicho de rodillas, llorando.... ¡Y aquel proyecto, aquel irrevocable propósito de hacer ver a toda Vetusta en ocasión solemne que la Regenta era sierva de su confesor, que creía en él con fe ciega!...». Al recordar esto, con todos los pormenores de la gran prueba ofrecida por Ana, don Fermín sintió que le temblaban las piernas; era el desfallecimiento de aquel deleite que él llamaba moral, pero que le llegaba a los huesos en forma de soplo caliente.
SIERVA. Señora, Crematurgo pide licencia para entrar. ASCLEPIGENIA. Que entre. ATENAIS. ¿Me retiro? ASCLEPIGENIA. Retírate. ASCLEPIGENIA.¡Qué agradable sorpresa! ¿Qué significa venir los tres juntos a mi casa? CREMATURGO. Envidiable frescura te concedió el cielo. ¿Cómo, al vernos entrar juntos a los tres, no tiemblas, no te asustas, no te hundes avergonzada en el centro de la tierra?
Jesús mío, ¿permitiréis a vuestra sierva poner los labios en vuestra divina persona? Jesús se inclinó aún más. María sintió que los cabellos se le erizaban y el corazón quería salírsele del pecho. Jesús había hablado. Su voz penetró como una música en el alma de la joven, que se creyó muerta y trasladada al cielo. Jesús había dicho: Levántate, amiga mía, hermosa mía, y ven.
12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando él la llamó, vino ella delante de él. Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. 14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. 16 Y él le dijo: A este tiempo según el tiempo de la vida, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.
Palabra del Dia
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