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Actualizado: 25 de junio de 2025


Salió doña Lupe al pasillo, y vio luz en un cuartito interior, donde la mujer de Maxi guardaba su ropa. Empujó la puerta. Allí estaba, ya sin mantilla, sacando ropa del armario y metiéndola en un mundo. «¿Pero querrá usted al fin sacarme de dudas? dijo sin recatarse ya de alzar la voz . Esto es vergonzoso.

Partiendo el Mac-Cullock á las 11 de la mañana del 17 de Mayo para Filipinas, fondeábamos entre doce y una de la tarde del 19, en aguas de Cavite; é inmediatamente la lancha del Almirante con su Ayudante y Secretario particular vino á sacarme para el Olimpia, donde fuí recibido con mi Ayudante Sr. Leyva con honores de General por una sección de guardias marinas.

¿Cómo que Dios me guíe? Ya me ha guiado hacia ti, serrana, y estoy contento. No: se lo decía á una estrella corrida. ¡Ah! ¿Cuentas las estrellas del cielo? dijo el guapo. Pues ten cuidado, porque tantas como cuentes te saldrán de arrugas en la cara... Pero no te importe, niña, que cuando eso suceda yo no podré ya con la fe de bautismo en papeles y tendrás que sacarme en una espuerta al sol.

Se puede ir a presidio lo mismo que cuando se abusa para el mal. Ya sabe usted mi nombre... , señor: que la influencia de usted basta para sacarme de un atolladero... sin embargo... que deben recompensarse estos servicios, añadí sacando algunos billetes y poniéndolos sobre la mesa bajo mi mano. ¿Es urgente la resolución de ese negocio? me dijo el comisario. Urgentísima.

Ha de ser también condición que no he de estar obligado a sacarme sangre con la diciplina, y que si algunos azotes fueren de mosqueo, se me han de tomar en cuenta. Iten, que si me errare en el número, el señor Merlín, pues lo sabe todo, ha de tener cuidado de contarlos y de avisarme los que me faltan o los que me sobran.

No quise disimular mi tristeza. Al contrario, forcé la nota lúgubre, permaneciendo silencioso y cabizbajo, a pesar de los esfuerzos que las dos viejas que tenía a mi lado y Joaquinita hicieron por sacarme de mi éxtasis doloroso. Todos allí estaban ya al tanto de lo que me ocurría. Sentía, en verdad, una viva y profunda pena, que me apretaba el pecho y la garganta.

Sus gritos horrorosos ya no sirvieron sino para sacarme de aquel enajenamiento mortal... abrí los ojos, los tendí a todas partes... la hoguera consumía una víctima, y el hijo del Conde estaba allí. MANRIQUE. ¡Desgraciada! AZUCENA. Había quemado a mi hijo. MANRIQUE. ¡Vuestro hijo! ¿Pues quién soy yo, quién?... Todo lo veo.

En los respaldos y en las almohadillas de los asientos hay carbón a toneladas. Este carbón, admirable depósito de calórico, mantiene los coches a una temperatura elevadísima. Yo creí que no lograría nunca sacarme de encima todo el carbón del viaje.

Déjeme, señor, sosegada; no trate de sacarme de mis casillas. ¡Jesús!, bonita se pondría doña Inés llegase a entender que vuecencia andaba requebrándome y que yo le oía faltando al decoro que se debe a esta casa tan respetable. Y con estas palabras o con otras por el estilo se apartaba Juanita de don Andrés y se iba a otro extremo de la antesala.

Figúrese usté que toa España habla der Plumitas, que los periódicos cuentan las mayores mentiras sobre mi persona, que hasta, según disen, van a sacarme en los teatros, y que en Madrí, en ese palasio donde se reunen los diputaos a platicar, hablan de mi persona casi toas las semanas.

Palabra del Dia

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