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Actualizado: 25 de junio de 2025
El me dijo que iba á sacarme de allí, que quería hacerme feliz. Me dió mucho miedo. Decía todo esto con una vaguedad que indicaba cuán débiles estaban sus facultades mentales. Me dió mucho miedo continuó; aún me parece que le estoy viendo. Al principio pensé que me iba á matar; pero ... no me mató. Dijo que me quería llevar consigo; que él me quería ver feliz ... Me había escrito una carta.
Pues bien, yo te juro que eso no es cierto. Plutón no me ha llevado engañada: me caí yo y él me sostuvo, pero en vez de sacarme bajó conmigo por la chimenea. Dentro de la mina quiso aprovecharse, pero le salió caro, porque le di con la hoz en la cabeza y le tumbé en el suelo... Creí que le había matado; escapé por la mina y me perdí...
Quién sabe si me tomaría por un mentecato, viéndome en aquella ridícula situación. Por fortuna o por desgracia, vino un suceso inesperado a sacarme muy pronto de ella. Un día, al entrar en el despacho de D. Oscar, me encontré repantigado en una butaca al malagueño que había conocido en Marmolejo, a Daniel Suárez, mi presunto rival en el amor de Gloria. Quedé sin gota de sangre en el rostro.
Dicho esto, la endiablada mujer me aplicó de una manera indecorosa y plebeya, por bajo de las espaldas, seis o siete feroces pellizcos, como si quisiera sacarme a túrdigas el pellejo. Después se largó echando chispas. No me quejo: merezco esta broma brutal, dado que sea broma. Merezco que me atenacen los demonios con tenazas hechas ascuas.
Susana, sonriendo, dijo que iría al baile y pescaría novio, si podía. Entró en el salón y lo primero que vió fué a su primo, mariposeando ufano. Me alegro pensó Susana, así vendrá a sacarme y no plancharé; no hay cosa peor que venir por primera vez a un baile y no tener conocidos.
Por favor, Carmen, sólo tres líneas, para sacarme la curiosidad de lo que ha pensado ahora, sobre la vuelta de José Luis... De pronto se arrepintió de haber venido ese día. Tengo miedo, murmuró, ella podría aparecer, sorprendernos... Oye, creo que ha entrado alguien; están hablando. Se levantaron, pero Carmen oprimiendo contra su pecho el diario abierto.
Las hilas se enredaron y preciso fue inclinarse hacia la luz para buscar el hilito, haciendo una pausa mientras tanto. ¿Querrá usted creer que no pone fecha ninguna?... Me dice, sin embargo, que escribe en el restaurant de la estación, esperando el tren ascendente... Como el pobre es tan extremoso, quiso a toda prisa sacarme de cuidados...
Y agarrándole por el brazo con solicitud cariñosa, le pasó de una acera a otra. Pronto ganaron la calle de las Urosas, y parados en la esquina, a resguardo de coches y transeúntes, volvió a decirle: «Tengo que hablar contigo, porque tú solo puedes sacarme de un gran compromiso; tú solo, porque los demás conocimientos de la parroquia para nada me sirven. ¿Te enteras tú?
Si pudiera dar la vuelta un poco más allá de la cortadura, las cogería.» A fuerza de mirar y de inclinarme logré ver una esquina del escalón, por encima del precipicio. Al lado había un acebo bastante firme. Me así del acebo, extendí la pierna y, ¡ya lo ves!, aquí llegué. ¡Pero qué lucha, Hullin! El padre y la madre querían sacarme los ojos.
No he podido comprender si ella se ha manifestado condescendiente por sacarme de apuros o si ve alguna razón de conveniencia particular: yo procuraré estudiar este asunto con detenimiento.
Palabra del Dia
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